NUEVAS CONDICIONES DE VIDA Y REVOLUCIONES CULTURALES

A TENER EN CUENTA PARA INTERPRETAR EL NUEVO TESTAMENTO

  Interpretación liberacionista ( teología de la liberación)
  Exégesis feminista (Punto de vista de la mujer)
  Interpretación gay - lesbiana
  Aproximación contextual (P.e: exégesis africana)
  Exégesis materialista (Análisis marxista)

Más detalles

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA EN LA IGLESIA

Pontificia Comisión Bíblica

 

 

La interpretación de un texto depende siempre de la mentalidad y de las preocupaciones de

sus lectores. Estos conceden una atención privilegiada a ciertos aspectos, y sin siquiera pensar

en ello, descuidan otros. Es, pues, inevitable que los exegetas adopten en sus trabajos puntos

de vista nuevos, correspondientes a las corrientes de pensamiento contemporáneo que no han

obtenido hasta aquí un lugar suficiente. Conviene que lo hagan con discernimiento crítico.

Actualmente, los movimientos de liberación y feminista retienen particularmente la atención.

 

1. Acercamiento liberacionista

 

La teología de la liberación es un fenómeno complejo que no se debe simplificar

arbitrariamente. Como movimiento teológico se consolida al comienzo de los años '70. Su

punto de partida, además de las circunstancias económicas, sociales y políticas de los países de

América Latina, se encuentra en dos grandes acontecimientos eclesiales: el Concilio Vaticano

II, con su declarada voluntad de aggiornamento y la orientación del trabajo pastoral de la

Iglesia hacia las necesidades del mundo actual, y la 2ª Asamblea plenaria del CELAM

(Conferencia Episcopal de América Latina) en Medellín en 1968, que ha aplicado las enseñanzas

del Concilio a las necesidades de la América Latina. El movimiento se ha propagado también en

otras partes del mundo (África, Asia, población negra de los Estados Unidos).

Es difícil discernir, si existe "una" teología de la liberación y definir su método. También es

difícil determinar adecuadamente su modo de leer la Biblia, para indicar luego sus aportes y

límites. Se puede decir que ella no adopta un método especial, sino que partiendo de puntos de

vista socio-culturales y políticos propios, practica una lectura bíblica orientada en función de las

necesidades del pueblo, que busca en la Biblia el alimento de su fe y de su vida.

En lugar de contentarse con una interpretación objetivante, que se concentra sobre lo que

dice el texto situado en su contexto de origen, se busca una lectura que nace de la situación

vivida por el pueblo. Si éste vive en circunstancias de opresión, es necesario recurrir a la Biblia

para buscar allí el alimento capaz de sostenerlo en sus luchas y esperanzas. La realidad

presente no debe ser ignorada, sino al contrario afrontada, para aclararla a la luz de la Palabra.

De esta luz surgirá la praxis cristiana auténtica, que tiende a transformar la sociedad por medio

de la justicia y del amor. En la fe, la Escritura se transforma en factor de dinamismo, de

liberación integral.

Los principios son los siguientes:

Dios está presente en la historia de su pueblo para salvarlo. Es el Dios de los pobres, que no

puede tolerar la opresión ni la injusticia.

Por ello, la exégesis no puede ser neutra, sino que, siguiendo a Dios, debe tomar parte por

los pobres y comprometerse en el combate por la liberación de los oprimidos.

La participación en este combate permite precisamente hacer aparecer los sentidos que no se

descubren, sino cuando los textos bíblicos son leídos en un contexto de solidaridad efectiva con

los oprimidos.

Puesto que la liberación de los oprimidos es un proceso colectivo, la comunidad de los pobres

es el mejor destinatario para recibir la Biblia como palabra de liberación. Además, puesto que

los textos bíblicos han sido escritos para las comunidades, es a estas comunidades a quienes es

confiada en primer lugar la lectura de la Biblia. La palabra de Dios es plenamente actual,

gracias sobre todo a la capacidad que poseen los "acontecimientos fundadores" (la salida de

Egipto, la pasión y la resurrección de Jesús) de suscitar nuevas realizaciones en el curso de la

historia.

La teología de la liberación comprende elementos cuyo valor es indudable: el sentido

profundo de la presencia de Dios que salva; la insistencia sobre la dimensión comunitaria de la

fe; la urgencia de una praxis liberadora enraizada en la justicia y en el amor; una relectura de

la Biblia que busca hacer de la palabra de Dios la luz y el alimento del pueblo de Dios, en

medio de sus luchas y de sus esperanzas. Así subraya la plena actualidad del texto inspirado.

Pero una lectura tan comprometida de la Biblia comporta riesgos. Como está ligada a un

movimiento en plena evolución, las observaciones que siguen no pueden ser sino provisorias.

Esta lectura se concentra sobre textos narrativos y proféticos que ilustran situaciones de

opresión y que inspiran una praxis que tiende a un cambio social. A veces puede ser parcial, no

prestando igual atención a otros textos de la Biblia. Es verdad que la exégesis no puede ser

neutra; pero también debe cuidarse de no ser unilateral. Por lo demás, el compromiso social y

político no es la tarea directa de la exégesis.

Queriendo insertar el mensaje bíblico en el contexto socio-político, teólogos y exegetas se han

visto conducidos a recurrir a instrumentos de análisis de la realidad social. En esta perspectiva,

algunas corrientes de la teología de la liberación han hecho un análisis inspirado en doctrinas

materialistas, y en este marco han leído la Biblia, lo cual no ha dejado de suscitar problemas,

particularmente en lo que concierne al principio marxista de la lucha de clases.

Bajo la presión de enormes problemas sociales, el acento ha sido puesto en particular sobre

una escatología terrestre, a veces en detrimento de la dimensión escatológica trascendente de

la escritura.

Los cambios sociales y políticos conducen este acercamiento a presentar nuevas cuestiones y

a buscar nuevas orientaciones. Para su desarrollo ulterior y su fecundidad en la Iglesia, un

factor decisivo será poner en claro los presupuestos hermenéuticos, sus métodos y su

coherencia con la fe y la tradición del conjunto de la Iglesia.

 

2. Acercamiento feminista

 

La hermenéutica bíblica feminista nació hacia fines del siglo XIX en los Estados Unidos, en el

contexto socio-cultural de lucha por los derechos de la mujer, con el comité de revisión de la

Biblia. Este produjo "The Woman's Bible" en dos volúmenes (New York, 1885, 1898). Esta

corriente se ha manifestado con nuevo rigor y ha tenido un enorme desarrollo a partir de los

años '70, en unión con el movimiento de liberación de la mujer, sobre todo en América del

Norte. Para hablar precisamente, se deben distinguir varias hermenéuticas bíblicas feministas,

porque los acercamientos utilizados son muy diversos. Su unidad proviene de su tema común,

la mujer, y de la finalidad perseguida: la liberación de la mujer y la conquista de derechos

iguales a los del varón.

Es oportuno mencionar aquí las tres formas principales de la hermenéutica bíblica feminista:

la forma radical, la forma neo-ortodoxa, y la forma crítica.

La forma radical rechaza completamente la autoridad de la Biblia, diciendo que ha sido

producida por varones para asegurarse la dominación del varón sobre la mujer

(androcentrismo).

La forma neo-ortodoxa acepta la Biblia como profética y capaz de servir, en la medida en que

ella toma partido por los débiles, y por tanto también por la mujer. Esta orientación es

adoptada como "canon dentro del canon", para poner en claro todo lo que hay en la Biblia en

favor de la liberación de la mujer, y de sus derechos.

La forma crítica utiliza una metodología sutil y procura redescubrir la posición y el papel de la

mujer cristiana en el movimiento de Jesús y en las iglesias paulinas. En esta época se habría

adoptado el igualitarismo. Pero esta situación habría sido disimulada en su mayor parte, en los

escritos del Nuevo Testamento y más aún después, porque el patriarcalismo y el

androcentrismo han prevalecido progresivamente.

La hermenéutica feminista no ha elaborado un método nuevo. Se sirve de los métodos

corrientes en exégesis, especialmente del método histórico-crítico. Pero agrega dos criterios de

investigación.

El primero es el criterio feminista, tomado del movimiento de liberación de la mujer en la

línea del movimiento más general de la teología de la liberación. Utiliza una hermenéutica de la

sospecha: la historia ha sido escrita regularmente por los vencedores. Para llegar a la verdad

es necesario no fiarse de los textos, sino buscar los indicios que revelan otra cosa distinta.

El segundo criterio es sociológico: se apoya sobre el estudio de las sociedades de los tiempos

bíblicos, de su estratificación social, y de la posición que ocupaba en ellas la mujer.

En lo que concierne a los escritos neotestamentarios, el objeto de estudio, en definitiva, no es

la concepción de la mujer expresada en el Nuevo Testamento, sino la reconstrucción histórica

de dos situaciones diferentes de la mujer en el siglo primero: la que era habitual en la sociedad

judía y greco-latina, y la otra, innovadora, instituida en el movimiento de Jesús y de las iglesias

paulinas, en las cuales se habría formado "una comunidad de discípulos de Jesús, todos

iguales". Uno de los apoyos invocados para fundamentar esta visión de las cosas es el texto de

Gál. 3, 28. El objetivo es redescubrir para el presente la historia olvidada del papel de la mujer

en a Iglesia de los orígenes.

Numerosos aportes positivos provienen de la exégesis feminista. Las mujeres han tomado así

una parte activa en la investigación exegética. Han logrado, con frecuencia mejor que los

hombres, percibir la presencia, la significación, y el papel de la mujer en la Biblia, en la historia

de los orígenes cristianos y en la Iglesia. El horizonte cultural moderno, gracias a su mayor

atención a la dignidad de la mujer y su papel en la sociedad y en la Iglesia, hace que se dirijan

al texto bíblico preguntas nuevas, ocasiones de nuevos descubrimientos. La sensibilidad

femenina lleva a entrever y corregir ciertas interpretaciones corrientes tendenciosas, que

intentaban justificar la dominación del varón sobre la mujer.

En cuanto concierne al Antiguo Testamento, muchos estudios se han esforzado por llegar a

una mejor comprensión de la imagen de Dios. El Dios de la Biblia no es la proyección de una

mentalidad patriarcal. El es Padre, pero es también el Dios de la ternura y del amor maternal.

En la medida en que la exégesis feminista se apoya sobre una posición tomada, se expone a

interpretar los textos bíblicos de modo tendencioso y por tanto discutible. Para probar sus tesis

debe recurrir frecuentemente, a falta de otros mejores, al argumento ex silentio. Tales

argumentos, se sabe, deben ser tratados cautelosamente. Jamás bastan para establecer

sólidamente una conclusión. Por otra parte, el intento de reconstruir, gracias a indicios fugitivos

encontrados en los textos, una situación histórica que estos mismos textos, se supone, querían

ocultar, no corresponde ya a un trabajo de exégesis propiamente dicho, porque conduce a

rechazar el contenido de los textos inspirados para anteponerles una construcción hipotética

diferente.

La exégesis feminista suscita frecuentemente cuestiones de poder en la Iglesia, que son,

como se sabe, objeto de discusión y aún de confrontación. En este campo, la exégesis

feminista no podrá ser útil a la Iglesia sino en la medida en que no caiga en las trampas que

denuncia, y no pierda de vista la enseñanza evangélica sobre el poder como servicio,

enseñanza dirigida por Jesús a todos sus discípulos, hombres y mujeres.

 

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