Vivimos tiempos difíciles.
Se dice que estamos ante un cambio de era, que los cambios
sociales son tan amplios y profundos que el mundo que
resulte de ellos no se va a parecer en nada al que hemos
conocido.
Quisiéramos que el tránsito fuera rápido, sin sufrimiento,
indoloro, sin sentirlo apenas.
Quisiéramos que el mundo nuevo estuviera ya aquí pero,
mientras viene, la incertidumbre nos agobia y vivimos con
miedo los cambios.
No puede ser de otra forma. Para que llegue la primavera
tiene que pasar el invierno. Para que nazca lo nuevo es
preciso que muera lo viejo.