PARA ENTENDER LA
BIBLIA
Alejandro von Rechnitz
1. EL TEXTO BÍBLICO
1.- La Biblia es una biblioteca.
Estamos tan acostumbrados a ver
en la Biblia un libro que se nos olvida que, originalmente, la Biblia
era una biblioteca. En su origen la Biblia constaba de 73 "libros"
distintos; tan distintos el uno del otro como los libros de cualquier
biblioteca. En la Biblia hay libros de historia, de poesía, de cartas,
de himnos, de refranes, de sermones, de crónicas; hay el registro civil
de todo un pueblo y también el registro de la propiedad de ese pueblo.
Lo que más se parece a lo que
es la Biblia es un diario cualquiera en el que hay secciones de sentido
tan distinto como las noticias internacionales, los editoriales, los
anuncios comerciales, poesías, anuncios de cine o T.V., caricaturas,
tiras cómicos, edictos judiciales, etc.
Las noticias internacionales no
tienen nunca el mismo sentido que un anuncio de cine o comercial.
Exactamente igual, un trozo de carta de Pablo no tiene nunca el mismo
sentido que un salmo del Antiguo Testamento; una poesía bíblica, como
toda poesía, intenta transmitir un sentimiento y contagiarlo; no tiene
nunca el mismo sentido que un mandato urgiendo que algo se haga o deje
de hacer.
Citar una frase bíblica fuera
de su contexto es tan absurdo, por eso, como pretender que una cita de
una novela de Gabriel García Márquez tenga el mismo valor para la
situación actual de Nicaragua que una frase de Sandino, sólo porque los
libros de donde se les extrajo están en la misma biblioteca. Tan absurdo
como decir que un decreto del Gobierno tiene el mismo valor que un
anuncio de cine sólo porque viene en el mismo periódico.
Lo primero que uno se debe
preguntar al leer un texto bíblico no es qué dice aquí, sino ¿qué
quisieron decir, cuál es la situación del autor del trozo que estoy
leyendo?. Exactamente lo mismo que cuando leo una fábula de Esopo-autor
griego del siglo VI antes de Cristo-no me pongo a fijarme si es una
zorra la que habla en la fábula y que las zorras no hablan, sino qué me
quiso decir el autor de la fábula con la fábula entera. Así deberé
preguntarme: ¿qué quiso decirme el autor del relato? ,del libro entero?
En qué afecta a mi salvación, a mi liberación, aquí, hoy ,en América, lo
que dice este libro que leo, este trozo? Y eso porque la Biblia no es
para sabérsela, sino para vivirla y en ella se nos revela todo lo que
tiene que ver con nuestra salvación, con nuestra liberación.
.2.- La Biblia en cueros.
Como originalmente el papel no
existía, todo se escribía a mano (manuscritos) sobre "papiro" egipcio,
que era excesivamente costoso, o sobre cueros de cabra. El papiro es una
planta acuática de hojas largas y estrechas; además de servir para hacer
barcas, canastas, etc., se cortaba el tallo y se extraían las fibras
interiores, las cuales se prensaban y se pegaban unas a otras para
escribir; como no se podían enrollar, se ponían en forma de "códice",
hojas parecidas a las de los libros actuales pero en grande.
Los cueros más famosos eran los
elaborados en la ciudad de Pérgamo y de allí vino el darle el nombre de
"pergaminos". Se escribía una Biblia entera sobre el cuero enrollado de
unas 200 cabras. Además, había que pagarle a un hombre para que dedicara
la vida entera a copiar el libro que uno deseara tener y, encima de eso,
había que fabricar la tinta y plumas de escribir porque nadie vendía
hechas estas cosas. Nadie, a no ser una comunidad como la de los Esenios
de Qumrán (en los alrededores del Mar Muerto, en Palestina), podían
darse el lujo de tener los 73 rollos sueltos que constituyen lo que es
una Biblia actual. (Los esenios eran una especie de monjes, o secta
judía, que vivían en comunidad).
El rollo se tenía en una mano
mientras con la otra se iba enrollando lo que se iba leyendo. Al
contrario de lo que hacemos hoy, se leía de derecha a izquierda. Cuando
alguien quería leer un trozo no decía "pásame la Biblia", sino "pásame
el rollo de Isaías", por ejemplo.
Como este libro de "papel" era
escasísimo, mucha gente borraba sobre el cuero y escribía un nuevo libro
sobre lo borrado; es lo que actualmente se llama "palimpsesto".
Nosotros actualmente sólo
tenemos copias de los escritos originales y lo más duro de este asunto
es que entre los originales y las más antiguas copias que poseemos hay
más de 300 años de diferencia. Quizá este ultimo dato no nos impresione
tanto si nos damos cuenta de que entre el manuscrito del gran dramaturgo
griego Esquilo, que vivió del año 525 al 456 antes de Cristo, y la
primera copia que conservamos de esos dramas hay más de 1,400 años.
Claro que para nosotros no tiene la misma importancia un drama de
Esquilo que la persona de Jesœs y el seguimiento de su misión.
Las bibliotecas y los archivos
actuales poseen más de 12,000 manuscritos y fragmentos de manuscritos de
la Biblia o de partes de ésta. Y esa cantidad es sólo una pequeñísima
parte de lo que hubo en otras épocas, épocas en las que, línea por
línea, todo se escribía a mano . A partir de 1947 se descubrieron en
unas cuevas de la región de Qumrán muchísimos manuscritos que conserva
hoy el Estado de Israel. Todo esto nos dará una pequeña idea de algunas,
nada más algunas, de las dificultades que hay para estudiar
exhaustivamente la Palabra de Dios.
3.- Los monjes eran unos copiones.
Durante la Edad Media (desde el
siglo quinto hasta el siglo catorce) los monasterios -y los había por
miles en Europa y en todo el Oriente- se convierten en divulgadores de
la Sagrada Escritura. Miles de monjes dedican su vida entera a
estudiarla, copiarla y difundirla.
Se empleaban varios sistemas. Los
más corrientes eran: o el monje que solitariamente copiaba en su celda a
mano la Biblia entera durante todas las horas del día de trabajo o los
monjes que trabajaban en grupo. Este ultimo sistema merece estudiarse un
poquito más despacio.
Un monje leía despacio la
Biblia ante cuarenta o cincuenta monjes, que copiaban en sus respectivos
pergaminos al dictado. A veces un monje se distraía y se comía entero un
trozo dictado o ponía una palabra por otra. A veces un monje introducía
en el texto sagrado un comentario que el que estaba dictando,
emocionado, había hecho a título personal. A veces un monje se aburría y
metía en el texto sagrados comentarios personales que pasaban a ser
parte del texto sagrado que una comunidad entera había adquirido ...y
también pasaban a ser parte de la tortura de un estudioso especialista
posterior.
Tenemos un manuscrito bíblico
en el que, de repente, aparece este comentario de un monje copiador:
"Oh, si tuviera un buen vaso de vino añejo a mi lado!". Imaginemos la
desconfianza con la que ha de manejar esta versión de la Biblia un
moderno especialista de la Sagrada Escritura.
Los monjes hacían versiones
increíblemente bellas de la Biblia, tenían la vida entera para hacerlas
, un amor inmenso a la Palabra de Dios y conocimientos artísticos
suficientes. Hay Biblias medievales en las que se ha dibujado en oro y
colores espléndidos cada una de las mayœsculas con las que comienza cada
capítulo. Tenemos Biblias llenas de dibujos complicados, pero
maravillosos, para uso de personas que apenas sabían leer o eran
alfabetas. Tenemos Biblias en verso o rimadas para ser aprendidas de
memoria. Recordaremos que durante todo ese tiempo muchas personas se
sabían de memoria libros enteros de la Sagrada Escritura y los
trasmitían así a sus hijos. Aparte del texto mismo se ponía un cuidado
infinito en la encuadernación, que había ido naciendo precisamente en la
Iglesia Cristiana; se llega a encuadernar el Evangelio o la Biblia
entera en pastas de plata y oro cuajadas de piedras preciosas.
Alrededor del año mil se van
haciendo ya traducciones de la Sagrada Escritura del latín a distintas
lenguas europeas que van naciendo poco a poco; todo eso para hacer más
conocida la Palabra de Dios.
4.- "Antes todo era más barato"
Pues la Biblia no. Si había que
trabajar las pieles de unas 200 cabras, fabricar la tinta necesaria y
emplear la vida entera de uno o más copistas, una Biblia entera salía
costando un dineral. Al valor adquisitivo actual quizá unos cien mil
dólares. Sí, unos cien mil dólares. Tenemos el caso de unas monjas
alemanas de la Edad Media que compraron, con lo que les pagaron por una
Biblia copiada a mano, el equivalente a toda una hacienda. Podemos
imaginar lo que de sacrificio personal significaba para un particular
empeñarse en adquirir una Biblia en esa época...y los hubo!
En 1452 se inventa la imprenta de
Gutemberg; su inventor la estrena precisamente con una Biblia. Fueron
150 ejemplares en dos tomos. Esa Biblia fue impresa sobre papel y
pergamino; para cada ejemplar se necesitaron 340 pliegos de pergaminos,
y para imprimir un solo ejemplar en pergamino es necesario matar ciento
setenta terneros. Comparada con las anteriores, esa Biblia salió
baratísima, pues "salió" costando el equivalente a unos 10.000 dólares.
Desde luego esos ejemplares son hoy casi inencontrables y su precio
comercial es el de unos tres millones de dólares por cada Biblia de
Gutemberg.
Por eso se encadenaban las
Biblias. No para que el pueblo no las leyera, como algœn malinformado ha
dicho más de una vez. Se las amarraba al pupitre de lectura de la
Biblioteca, no fuera a ser que alguien cayera en la piadosa tentación de
llevarse algœn tomito para su casa con el objeto, Áno faltaba más!, de
meditar piadosamente en ella.
Con la reforma de Martín
Lutero, el deseo de poner la Biblia en manos del pueblo se acrecienta
enormemente. Lutero no sólo contribuyó a ello al traducir la Biblia al
alemán popular, sino que con ese trabajo fue el organizador del idioma
alemán.
Tendremos que esperar al siglo
dieciocho para que de verdad se abarate la impresión de una Biblia
entera. Eso llegará con la creación de los tipos impresores de bronce
hechos con letras sueltas, tipos que permitían hacer grandes tirajes de
una sola vez con los mismos tipos. Esto ha sido debido sobre todo a los
protestantes y su afán de difundir la Palabra de Dios entre el pueblo.
5.- ¿La Biblia? Sí, ¿pero cuál?
Conocemos hoy muchas versiones
de la Biblia en nuestro idioma: Petisco-Torres Amat; Nácar-Colunga;
Bover-Cantera; de Jerusalén; latinoamericana; de Alonso Schokel;
Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera; "Dios habla hoy", etc. ¿Cuál es
la diferencia? Hay tres principales
diferencias: las traducciones, las notas y el numero de libros
incluidos.
Las Biblias protestantes no
traen los setenta y tres libros que traen las católicas. Por motivos que
adujo Lutero, los protestantes suprimen algunos de los libros; por
ejemplo, el libro de la Sabiduría y los libros de los Macabeos en el
Antiguo Testamento y, a veces, la epístola de Judas y la de Santiago en
el Nuevo Testamento.(Ver página 16).
Las Biblias protestantes
normalmente no traen notas aclaratorias al pie de cada página; los
evangélicos creen que Dios inspira a cada lector la interpretación
necesaria en los lugares oscuros de esa Palabra de Dios.
Además, las Biblias, todas,
sean católicas o protestantes, se diferencian en las traducciones. Unas
Biblias traducen del griego o del hebreo literalmente, otras traducen el
sentido que la expresión griega o hebrea tendría en nuestro idioma,
dejando de lado lo que eso decía literalmente en el idioma que se
traduce. Otras Biblias adaptan el lenguaje de la Palabra de Dios al del
lector posible; un ejemplo de esto es la "Biblia para Latinoamérica"
entre los católicos, o la versión "Dios habla hoy" entre los
protestantes.
La Biblia fue escrita en el
transcurso de unos mil años. La Biblia,
para nosotros los cristianos, es la Palabra de Dios; por eso, es un
mensaje permanente. "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán" (Marcos 13, 51). Cuando encontramos que la Biblia no nos dice
nada a nosotros, hombres y mujeres de América Latina hoy, es que no
hemos sabido interpretarla; es que la hemos leído como quien lee una
novela o una biografía, y la Biblia no es eso. La Biblia es una
confesión de fe de una comunidad determinada, pero, al mismo tiempo, es
la revelación que Dios nos hace de sí mismo a través de esa comunidad. Y
todavía más, la Biblia entera es un llamamiento a que sigamos a Cristo
en la misión de hacer presente entre nosotros el Reino de Dios. Cada vez
que leemos la Biblia tenemos que preguntarnos: En este trozo, ¿qué me
dice Dios a mí, fulano de tal, aquí en América Latina, en estas
circunstancias?
El Concilio Vaticano II dice
que en la Biblia se nos revela todo lo que importa para nuestra
salvación, la nuestra, no la de los hombres de hace 2000 o 4000 años.
¿Encontramos nosotros ese mensaje? Ya la misma Escritura dice
claramente: "Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para
enseñar, para combatir, para corregir, para guiar en el bien. La
Escritura hace perfecto al hombre de Dios, preparándolo para toda obra
buena". (2 Timoteo, 4, 16-17¿.
PARA ASIMILAR
1.-Busque y comente un
texto de diverso contenido doctrinal. Por ejemplo: Génesis
1,26-28; 2, 18-25 (mensaje religioso), Números 15. 1-11
(leyes), Josué 10 (historia), Amós 5, 14-24 (profético),;
Eclesiástico 29, 1-3 (refranes), Sabiduría 7, 21-30 (poesía),
Lucas 6, 17-38 (sermón), Mateo 18, 23-35 (parábola), ;
Gálatas 5, 19-24 (discurso moral), Efesios 1, 15-23
(teología)..
2.-¿Por qué resulta
difícil en ocasiones comprender el verdadero significado del
mensaje bíblico? Léase 2 Pedro 3, 15-16.
3.-Haga un ejercicio de
comparación entre varias Biblias para notar las diferencias de
traducción. Por ejemplo, en Isaías 29, 15-21; Marcos 14, 22-25;
Santiago 2, 14-26.
4.-¿Importa algo el que
las Biblias sean presentadas en ediciones lujosas o en ediciones
sencillas?
5.-¿Por qué la Biblia
no es un libro científico sino religioso? ¿Qué consecuencias
tiene esto?
2. EL IDIOMA BÍBLICO.
1.- La Biblia fue escrita en
Oriente
Usted es latinoamericano y está
marcado por la cultura occidental. La Biblia fue escrita por judíos y
para judíos, aunque tales judíos vivieran en países que ahora son
considerados occidentales. Decir que la Biblia fue escrita por judíos es
decir que fue escrita por orientales para orientales. La mentalidad
oriental es muy similar a la latinoamericana original, es decir a la
indígena, pero nuestros indígenas fueron occidentalizados, pues fueron
forzosamente hispanizados al ser cristianizados. El cristianismo, que se
había hecho griego con los griegos, romano con los romanos y judío con
judíos, no se hizo hispanoamericano con los hispanoamericanos.
No basta traducir literalmente
la Palabra de Dios, tenemos que saber qué quería decir eso que estamos
traduciendo en la mentalidad con la que fue escrito. Incluso el Nuevo
Testamento, aunque está escrito en griego, refleja la mentalidad judía.
2.- Miguel Angel le puso los
cuernos
El Idioma hebreo, en que se
escribió el Antiguo Testamento, es un idioma especialmente difícil,
entre otros motivos, porque en él no se escriben las vocales. Es como si
en castellano nosotros escribiéramos "cs"; tal signo podría ser "casa",
"cosa" o también "cesa".
Tenemos un caso célebre en el
que este asunto ocasionó una pésima traducción con consecuencias
permanentes. En el libro del Exodo, capítulo 34, se dice que Moisés bajó
del monte, después de hablar con Dios, con "krn" en su cabeza. El gran
escultor Miguel Angel utilizó una versión bíblica en la que tal palabra
se leía "keren", es decir "cuernos", y creó su celebre Moisés con
cuernos en la cabeza. Pero resulta que ahora sabemos que "krn" era
también "karan", que debe traducirse como "resplandor", lo cual es una
cosa bien distinta; no es lo mismo tener resplandor en el rostro que
tener cuernos en la cabeza, ¿no les parece?
Ya que tratamos sobre errores
de traducción, debemos decir que en la Biblia hay unos 60,000 errores
comprobados de traducción. Desde luego, el 99 por ciento de estos casos
no modifican el sentido del pasaje bíblico porque se trata de la omisión
o agregado de palabras aisladas como una "y", un "también", etc.
3.- Señorita, la estoy piropeando
En el idioma hebreo no existe
el superlativo. Para crear un superlativo debe reduplicarse la
expresión. Cuando un hebreo quería decir "es el lugar santísimo" tenía
que decir: entre los lugares santos éste es el verdaderamente santo.
Para decir "el mejor de los
cantos", tenía que escribir "El cantar de los cantares", es decir: entre
los cantos, el canto por excelencia. Para decir: lo más íntimo a mí, lo
que me es indispensable, lo que de verdad me hace falta, lo que
ciertamente me complementa, tenía que tener: "huesos de mis huesos,
carne de mi carne". Tal expresión, puesta en boca de Adán respecto a
Eva, significa algo así como "corazón mío", "alma mía", "vida mía".
¿Verdad que eso sí suena a piropo?
4.- Eso tiene doble sentido, mi
amigo
En castellano, y además en
Latinoamérica, para cada sentido tenemos varias expresiones porque el
idioma castellano es enormemente rico. Por ejemplo: para decir "niño"
tenemos "muchacho", en México se dice "chango", en Guatemala "patojo",
en El Salvador "cipote", en Nicaragua "chavalo", en Costa Rica "guila",
en Panamá "pelao", etc. Todo para el mismo sentido de "niño". El idioma
hebreo es todo lo contrario, porque el idioma hebreo es un idioma muy
pobre. En hebreo tenemos, a veces, para una misma expresión varios
sentido totalmente diversos. Un ejemplo clásico es la palabra "rúaj".
"Rúaj" significa viento, brisa, soplo, aliento, vida, fuerza,
movimiento, espíritu. Como usted ve, "rúaj" significa cosas tan
distintas como viento y espíritu.
La Sagrada Escritura jugará
continuamente con los dos sentidos de esta palabra. Cuando en el libro
del Génesis 1,2 se dice que "el espíritu de Dios flotaba sobre las
aguas", ese versículo puede, en hebreo, significa también "y un viento
fuerte soplaba sobre las aguas", porque la expresión "rúaj Elohim" puede
significar "el Espíritu de Dios" y también "un viento fuerte". En el
Nuevo Testamento se vuelve a jugar con este equívoco idiomático en
varias ocasiones, por ejemplo cuando Juan 3,8 Jesús explica lo que es
nacer del Espíritu Santo, ahí vuelve a jugar con los dos sentidos y usa
como ejemplo el viento. Lo mismo vuelve hacer el escrito de Hechos 2,1-4
justamente con el relato de Pentecostés.
5.- Al pan, pan, y al vino, vino
La mentalidad hebrea es una
mentalidad sin conceptos abstractos. Todo lo contrario que a los
griegos, a los judíos no se les ocurría preguntarse por la esencia de
algo; para un judío lo importante de algo era la relación que ese algo
tenía con ellos, no qué era en sí mismo. Por eso, aunque nos parezca
raro, a un judío nunca se le ocurrió plantearse el problema de qué era
Dios en sí mismo. Para un hebreo todo lo abstracto se expresa por lo
concreto, se expresa por la forma con la que se percibe; lo que no es
perceptible de alguna manera por alguien no interesa.
Un caso típico de los miles que
aparecen en la Sagrada Escritura es el de la creación. En el catecismo
se dice que Dios creó el universo sacándolo de "la nada". El concepto de
"la nada" es una abstracción genial griega, pero que es absolutamente
imposible de expresar para un judío. La forma típica de resolver este
problema en la Biblia es la de expresar lo que para un judío puede ser
la nada con cosas comprensibles y perceptibles para cualquiera. Para el
judío la nada es el caos, el desorden, lo que no es orden o
civilización. Entonces el autor bíblico dice que Dios creó el universo
ordenando el caos, ordenando el desorden que existía. Cuenta el relato
que Dios puso orden al caos original diciendo: "aquí la luz y aquí las
tinieblas, aquí el agua y aquí la tierra, aquí el sol, aquí la luna y
cada uno en su esfera y oficio".
Por esta misma razón, la
sabiduría de Dios, algo abstracto, fue personalizada en la Biblia hasta
convertirse en alguien personal, pues sólo así se hacía comprensible a
una mentalidad tan enemiga de las abstracciones.
6.- "No pequen más, se acerca el
fin del mundo"
Entre los judíos de la época de
Jesús estaba de moda un género literario que ahora se llama
"apocalíptico", formado en general por visiones del futuro, mezcladas
con discursos moralizadores apropiados para resolver situaciones
concretas y todo ello revestido con un lenguaje simbólico que sólo
entendían los que recibieran una explicación adecuada. Fijémonos bien:
no se trata de profecías que quiten la inseguridad del futuro diario,
sino visiones del futuro definitivo revestidas con carácter simbólico
para resolver situaciones conflictivas concretas.
Se conocen unos 17 apocalipsis
precristianos, a los que, para dar autoridad y valor, se les ponía bajo
el nombre de un gran personaje, por ejemplo se decía que había sido
escrito por Abraham, por Elías, por Moisés. Aunque nunca fueron
recibidos por la jerarquía oficial como inspirados por Dios, tales
escritos abundaban entre el pueblo, que los tenía por verdaderos. De los
muchos apocalipsis que aparecieron ya bajo el cristianismo, sólo uno
recibió la aceptación oficial de la comunidad cristiana, el de Juan.
La llegada de los tiempos
definitivos, la llegada del Reino de
Dios quedaría visible y clara ante todo el mundo con señales evidentes,
la más importante de todas era que ya no habría templo legítimo porque
Dios mismo estaría presente entre su pueblo. Lógicamente, los judíos, y
los primeros cristianos vieron la destrucción del templo, en el año 70,
como el comienzo, doloroso, pero al fin y al cabo comienzo, de esos
tiempos definitivos. Eso originó el disfraz simbólico, típicamente
apocalíptico, de hechos políticos tan graves como la toma de Jerusalén
por los romanos y la persecución desatada por Nerón contra los
cristianos, también alrededor del año 70, que aparece en el libro del
Apocalipsis.
Para un judío piadoso,
Jerusalén no podía ser destruida sino en función de la nueva creación de
una nueva Jerusalén mejor, el templo no podía ser destruido sino porque
Dios mismo se iba a hacer presente entre su pueblo. Cada vez que en
Israel se sufriera una opresión extrema, expresada concretamente (como
todo lo abstracto¿ por guerra, peste y hambre, las tres desgracias
clásicas más terribles para un pueblo, el pueblo sabía teológicamente,
por su libro sagrado, que se acrecentaba también la posibilidad de la
liberación. Este asunto aparece expresado así ya en el libro del Exodo y
en el libro de los Jueces. El pueblo de Israel sabía que Dios y opresión
no caben en el mismo saco y el pueblo había aprendido a ver la
intervención de Dios en su historia cada vez que había experimentado un
procesos de liberación popular. La guerra, la peste y el hambre, cuando
se daban juntas, al ser para ellos el colmo de la desgracia popular, se
convertían, por lo explicado antes, en la señal de la intervención
inmediata de Dios para liberar a su pueblo oprimido.
Además, "mundo" no era para los
hebreos bíblicos lo que para nosotros. Para ellos "mundo" no es el globo
terrestre, cuya existencia como globo flotando en el espacio ignoraban
totalmente, sino la situación. "Fin del mundo" es para ellos fin de la
situación conocida, fin de esta forma de vida que conocemos; fin, en
definitiva, de la opresión y la explotación a la que estaban sometidos.
"No peque más, se acerca el fin
del mundo", puede, pues, traducirse perfectamente por: No peque más, se
acerca el fin de la explotación, el fin de los explotadores; viene un
mundo nuevo, una situación nueva, y usted debe estar del lado de los
oprimidos, de los justos, no de los opresores, que serán destruidos.
PARA ASIMILAR
1.¿Dios habla sólo para
el pueblo judío o para todas las personas de todas la épocas?.
2.¿Por que es necesario
actualizar el lenguaje y el contenido de la Biblia?.
3.Lean y comenten estos
textos: Génesis 3, 14-22; Salmo 35; Apocalipsis 21, 1-4.
3. EL IDIOMA Y LA MENTALIDAD
1.- Se lo he dicho mil veces...
Hay errores de traducción de la
Biblia que no tienen casi importancia, aunque no sean pequeños. Cuando
en hebreo se dice que algo ha sido hecho siete veces, no significa que
algo ha sido repetido seis veces más una vez, sino que ha sido hecho
perfectamente.
El número 7 es el número de
Dios en hebreo y Dios es perfecto; por eso el número siete pasó a ser
popularmente el número de la perfección. Cuando una cosa ha sido hecha
siete veces ha sido perfectamente hecha, totalmente hecha, plenamente
hecha.
Un ejemplo típico: Cuando se
dice que en el Padre Nuestro hay siete peticiones, en realidad lo que,
en la mentalidad original, eso quería decir es que algo, una cosa, una
sola, ha sido pedida en siete formas distintas y, por lo tanto,
perfectamente pedida, totalmente pedida, plenamente pedida; que una vez
que la hemos pedido así no tenemos que pedir nada más. En el Padre
Nuestro, pues, sólo hay una petición, pedida en siete formas distintas;
esa petición es: "VENGA TU REINO". Si tu Reino viene, tu nombre será
santificado, se hará la voluntad de Dios, tendremos el pan compartido,
seremos perdonados de nuestros pecados, no caeremos en tentación y nos
veremos libres de todo mal. ¿Qué más se puede pedir? Jesús mismo nos
dice que lo único que debemos buscar y pedir es el Reino de Dios, todo
lo demás se nos dará por añadidura (Lucas 12,31).
Otros números simbólicos o
"perfectos" eran: 1, 3, 12, 40, 70...
2.- Salomón era un idiota
"Sabio" no es
en hebreo lo que para nosotros. Para nosotros, con nuestro concepto
helénico de la sabiduría y todo nuestro bagaje cultural cartesiano,
sabio es el que conoce la esencia de las cosas y su por qué, el que
conoce las ciencias y puede dar razón de ellas. Para el judío, tan
negado a la abstracción, "sabio" es el que sabe vivir, el que tiene
"éxito" en la vida, y para el judío piadoso,
sabio es el que, en definitiva, cumple lo que Dios
quiere de él.
Cuando la mentalidad griega
logró tener influencia en Israel, desde Alejandro Magno en adelante, se
trató de convertir a Salomón en un sabio a la helénica y se le puso a
resolver enigmas. Salomón era sabio, según la mentalidad judía popular,
porque sabia vivir, aunque toda las medidas políticas, sociales y
económicas que tomó fueron tan desacertadas que, apenas murió, diez
tribus le negaron la obediencia a su heredero. Salomón vivió de crédito,
vivió a la sombra del genio político que sí había sido su padre David.
Salomón deshizo rápidamente lo que su padre consiguió con gran esfuerzo.
Ni fue político ponderado, ni administrador prudente, ni gobernante
acertado. No por gusto, de toda esa sabiduría de Salomón, la Biblia
concretamente sólo nos pone un caso sonado: el famoso cuento del niño
partido entre dos madres. ¡Francamente no es un extraordinario récord
para un juez-rey que gobernó cuarenta años!
3.- Milagros inventados
Por ignorar la mentalidad
popular judía en la fue escrita la Sagrada Escritura, a veces nos
tomamos el derecho hasta de inventar un milagro inexistente. Cuando
Jesús les dice a sus discípulos que entren en la ciudad para preparar la
Pascua allí y que al entrar les saldrá al encuentro un hombre con un
cántaro y que es a él al que deben seguir y solicitar su casa para la
Pascua y ellos lo encontraron todo así (Lc. 22,7-13; Mc 14,12,16;
26,17-19), nos resulta a nosotros algo sorprendente y yo he oído
predicar más de una vez acerca de ese conocimiento que Jesús tenía del
futuro y de cosas ocultas para los demás. Pues bien, se trata de un
milagro puramente inventado.
Jesús es, entre muchas cosas
admirables, un observador genial de su pueblo y sabe perfectamente que
un hombre que va en Israel a la fuente a buscar agua es un hombre
soltero; nunca un hombre iba a la fuente a buscar agua a no ser que en
su casa no hubiera mujer. Lo que en mentalidad hebrea se está diciendo
es lo siguiente: entren a la ciudad y al primer hombre que se encuentren
con un cántaro... Y eso porque un hombre con un cántaro es un hombre
soltero, y un hombre soltero puede recibir un grupo grande para celebrar
la Pascua en su casa, pues no tiene familia con quien celebrarla.
4.- ¿Cuál caballo?
El ignorar la mentalidad con la
que fue escrita la Sagrada Escritura nos puede llevar a errores más
voluminosos que los anteriores. Por ejemplo: aunque así nos lo
representen cientos de pintores famosos, nos quedaremos con las ganas de
encontrar en el texto el famoso caballo del que se cayó San Pablo en el
momento de su conversión, camino de Damasco. Leamos el relato del suceso
y nos convenceremos (Hechos 9,1-9; 22,6-16; 26,12-18).
Inventar un caballo fue la
única solución que encontraron pintores y hasta teólogos a esa caída por
tierra que les resultaba inexplicable. El mismo problema y la misma
errada solución se encontró para un suceso paralelo: la caída por tierra
de los enemigos de Jesús, en Juan 18,6, cuando fueron a prenderlo en el
huerto. Todos los pintores los representan caídos de espaldas por tierra
delante de Jesús. He alcanzado a leer un libro de meditaciones en el que
se ponía hasta una razón por la que se explicaba la caída de espaldas
por tierra: "porque los malos nunca ven dónde caen".
"Caer por tierra", "caer rostro a
tierra", es un gesto común en el
Antiguo Testamento, es el gesto habitual de quien se siente delante de
Dios, porque los judíos creían que quien veía a Dios moría (Exodo
33,19). Caer por tierra es el gesto de Moisés en Exodo 3,6 y el de los
enemigos de Jesús en el huerto. Lo que el redactor del relato de Hechos
quiere decir está muy claro para la mentalidad judía: Pablo se sintió de
repente delante de Dios y, como todo hebreo en iguales circunstancias,
se tapa la cara tirándose por tierra. Fijémonos que en este relato, como
el de Juan en el huerto de los Olivos, quien está delante es Jesucristo.
En los dos casos el autor nos está queriendo decir algo profundamente
teológico: que Jesucristo es el mismo Dios que se apareció a Moisés en
el Exodo. Juan viene a decir con su relato que Jesús fue como Señor a la
muerte, que nadie le quita la vida, sino que El la da y que hasta sus
enemigos tuvieron que reconocerlo así en ese momento cumbre. Es toda una
confesión de fe en el Señor Jesús la que hemos perdido por hacer una
traducción literal, sin traducir el sentido de lo que quería decir tal
relato en la mentalidad con la que fue redactado.
5.- ¿Cuál es su nombre?
En Israel y, por lo tanto en la
Biblia, el nombre no era, como para nosotros, algo puramente
convencional. Entre el nombre y quien lo llevaba existía una relación
esencial. Para un judío la persona existe en el nombre que lleva y, por
consiguiente, el nombre contiene una afirmación sobre la naturaleza o la
cualidad de quien lo lleva. Conocer el nombre de una persona es conocer
su esencia, penetrar su carácter y destino, tener poder sobre ella de
alguna manera. Por eso Dios se niega dar su nombre a Moisés cuando éste
se lo pregunta en el desierto (Exodo 3, 13-14) y le responde: "Yo
soy el que soy"; ningún hombre puede pretender tener el más mínimo poder
sobre Dios. Por eso prohibe utilizar su nombre (Exodo 20,7; Deuteronomio
5,11).
En el original hebreo el nombre
de Dios se escribe con cuatro consonantes (Y H W H), lo que se llama el
sagrado tetragrama, es decir "Las cuatro letras "; pero no se
pronunciaba, por respeto, y se sustituía por Adonay (Mi Señor),
Elohim (Creador, omnipotente y misterioso, dios), Elyon
(Altísimo¿, El-Sayad (Omnipotente). Con el tiempo se le añadieron
vocales para poder traducirlo a otras lenguas, de modo que la
pronunciación más exacta es YAVE. La palabra Jehová procede sólo de la
traducción que la Biblia protestante de Casiodoro de Reina y Cipriano de
Valera hicieron de la Biblia de Lutero al idioma Español.
Poner el nombre a algo significa
asignar el oficio que ese algo tendrá. Cuando en el Génesis (2,19-20) el
hombre da nombre a todos los animales de la tierra, lo que se está
queriendo decir es que él está actuando como señor de ellos en nombre de
Dios, como lugarteniente de Dios.
Cuando Jesúss da a Simón el
nombre de Pedro (Marcos 3,16) está actuando en la misma línea
bíblica y lo que el relato quiere decir es que Jesús es el Señor, el
nuevo Adán que puede dar nombre a toda la creación.
6.- ¿Las palabras vuelan...?
¡Pues no!
La mentalidad israelita era una
mentalidad nómada; para cualquier nómada hay algo en el mundo que es más
importante que el oro: es la palabra. Precisamente porque la palabra es
el oro de los orientales, los tesoros de la poesía y de la Palabra de
Dios, comunicada de padres a hijos, tenían una importancia infinita para
el israelita. En nuestros pueblos existen artes muy distintas: la
pintura, la escritura, la arquitectura, etc.; para una persona de
mentalidad nómada sólo existe el arte de la palabra porque en el
desierto o mientras se nomadea no existe ninguna posibilidad de pintar,
esculpir, construir edificios. Por eso la palabra hace, para el
israelita, las veces de todas las artes.
Para un judío, quien domina la
palabra no es una persona cualquiera. Esa persona es un sacerdote, un
curandero, un árbitro, un sabio y un jefe; Dios habla por medio de él.
Esa persona es omnipotente, puede curar o matar, traer la alegría o la
tristeza, desencadenar la cólera, la venganza o la guerra por medio de
la palabra. Quien domina la palabra puede suscitar la tranquilidad del
espíritu, la amistad, el amor y la paz, puede entusiasmar o
desmoralizar. En resumen: quien domina la palabra se vuelve un personaje
sagrado. Todos los jefes de tribu, tenían, para poder ejercer su
autoridad, el don de la elocuencia. En hebreo "nasi" (príncipe) es el
equivalente a "orador".
No por gusto se nos dirá en el
Nuevo Testamento que Jesús es la Palabra de Dios hecha carne, hecha
visible, palpable y tocable (Juan 1,1-17), que nunca nadie ha hablado
como hablaba El (Juan 7,46), que el que oye su palabra y cree en él
tiene vida eterna (Juan 5,24), que todo pasará, pero sus palabras no
pasarán (Marcos 13,31), que sus palabras son de vida eterna (Juan 6,69).
Precisamente por el inmenso
valor de la palabra es que en la Biblia se le da importancia a las
bendiciones y a las maldiciones; la palabra permanece y se cumple, que
no se puede jugar con las palabras.
7.- Eso es pura poesía...
Aparte del valor de la poesía
del que hemos hablado en la página 7, tenemos que aclarar todavía algo
más sobre ella. En castellano la poesía se hace expresando un
sentimiento poético en formas especiales; o con rimas (consonantes o
asonantes) o sin rimas, en lo que se llama verso libre. Pero de todas
maneras, en castellano nos es muy fácil reconocer una poesía.
Nuestra poesía se hace de ritmo
y rima ordinariamente, pero no es así el lenguaje poético de la Biblia.
¿Cómo reconocer la poesía bíblica? La poesía bíblica no se hacía de
rimas de ninguna clase, el sentimiento poético encontraba su expresión
en formas muy distintas a las nuestras. La poesía hebrea se hacía de
paralelismo y ritmo. Es decir: se repetía la misma idea con formas
distintas y eso era poesía para los hebreos. Veamos un caso típico para
que entendamos. En el capítulo 37 del libro de Job dice: Mi corazón por
eso tiembla, y salta fuera de su sitio (Job 37,1); eso es poesía hebrea.
Cuando en el Salmo 121,3 leemos: "¡No deje él titubear tu pie! ¡No
duerma tu guardián! No, no duerme ni dormita el guardián de Israel", se
trata de poesía hebrea. Cuando en Lucas 1,46-47 se dice: Entonces dijo
María: Mi alma alaba al Señor, y mi corazón se alegra en Dios mi
Salvador, estamos ante una poesía hebrea.
PARA ASIMILAR
-
1.¿Hay números perfectos en
nuestra cultura? ¿Por qué se utilizan más y qué significado les
damos?
-
2.¿Qué ideas tenemos de un
sabio en nuestro ambiente? ¿Se aplica a un científico, a un
gobernante, a un campesino, a un obrero, a un profesor...?
-
3. ¿Serán plenamente
milagros los casos narrados en Génesis 19,26; Esdras 1,1-4; Tobías
6,7-9; Lucas 1,48; Juan 5,4; Hechos 5,15? ¿O
es atribuir a Dios lo que tiene causas naturales?
4. DIVERSAS REDACCIONES
1.- En el principio existía la
palabra...
Lo primero en la creación de lo
que hoy es la Sagrada Escritura es la transmisión oral. De padres a
hijos se trasmite en cada familia la genealogía familiar (que para ellos
era importantísima, porque equivalía al registro civil de una persona),
las tradiciones del nomadeo, las reglas de vida, las confesiones de fe
que debían ser recitadas por la tribu en la ceremonia anual de
renovación de alianzas entre las tribus y con Dios. Todo eso era
transmitido de viva voz y aprendido de memoria.
Nosotros, hombres de palabra
escrita, no nos hacemos una idea cabal de lo que significaba la memoria
para los pueblos primitivos. Sabemos que hasta la Edad Media había
personas que se sabían de memoria enormes trozos de la Palabra de Dios y
hasta libros enteros de la Biblia.
Precisamente porque no existía
casi la palabra escrita, la palabra oral adquiría una importancia
superior a la que tiene para nosotros. "Dar su palabra" era algo
sagrado que no se podía violar de ninguna manera; jurar era algo
importantísimo que difícilmente se atrevían a hacer en falso; maldecir o
bendecir era algo de gran trascendencia. Las palabras tienen su valor y
quedan, para bien o para mal de alguien. Un hombre que desconocía la
genealogía familiar era un extranjero en todas partes, es decir, un
hombre sin derechos. Las tradiciones de familia eran ley, la forma de
actuar, la norma moral. Quien no tenía alianzas conmigo era mi enemigo,
quien no tenía alianzas con mi familia ni adoraba mi mismo Dios era mi
enemigo. De allí la enorme importancia de todo lo que se transmitía de
palabra.
2.- Ni comenzó por el Génesis ni
se acabó con el Apocalipsis
Aunque actualmente una Biblia
se comienza por el libro del Génesis y se acaba con el libro del
Apocalipsis de Juan, no fue así como comenzó a ponerse por escrito todo
lo que se trasmitía oralmente y ciertamente no fue el Apocalipsis de
Juan el último en ponerse por escrito. Ni siquiera los cinco primeros
libros de la Biblia (Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio)
fueron escritos en el orden en que ahora aparecen.
Probablemente lo primero en
pasarse de la literatura oral a la palabra escrita fueran las
confesiones de fe para ser recitadas en las ceremonias anuales de
renovación de la Alianza religiosa y las genealogías de las familias
israelitas.
Quizá los primeros trozos en
pasar de la palabra hablada a la escritura fueron pedazos como
Deuteronomio 26,5-10. Un trozo como ése puede haber dado origen a muchos
otros relatos del Antiguo Testamento y hasta ir nucleando libros
enteros. Por ejemplo, alguien preguntaba: ¿Por qué dicen que nuestro
padre era un arameo? Y eso daba origen a un relato largo sobre el origen
arameo de Jacob o Israel. Alguien más preguntaba: ¿Por qué dicen que era
errante? O, ¿por qué bajó a Egipto, por qué se estableció allí? ¿Cómo
fue que se hicieron numerosos en Egipto nuestros antepasados y cómo
vivieron en Egipto? ¿Por qué se dice que Dios hizo obras portentosas
para sacarnos de allí? ¿cómo nos trajo Dios aquí, por qué se dice que
Dios nos dio esta tierra que mana leche y miel? Como se puede ver a
simple lectura, una sola confesión de fe tan importante como ésa podría
haber dado origen a libros como el Génesis, el Exodo o Josué.
Así como en el Antiguo
Testamento hay trozos que han dado origen a libros enteros, en el Nuevo
también los hay. De todo el Nuevo Testamento quizá el trozo más
importante en ese sentido está en Hechos 2, 22-38. Libros tan
importantes como los Evangelios pueden haber nacido alrededor de ese
relato-confesión de fe. Si uno de los testigos primeros de la fe quería
explicar a alguien cada una de las frases contando algo de lo que había
presenciado y que garantizaba cada una de las afirmaciones contenidas en
ese trozo, iba creando, de hecho, relatos o discursos acerca de Jesús
que expresaban la fe de la comunidad acerca de El.
3.- El Método de historia de las
Formas y de las Tradiciones
Un grupo de especialistas
alemanes de la Sagrada Escritura, alrededor de la Primera Guerra
Mundial, creó este método de estudio de la Biblia. Pretendía hallar las
diversas tradiciones anteriores a la redacción que hoy conocemos,
mediante el examen de las "Formas" o géneros literarios empleados
(parábolas, lamentaciones, crónicas, etc¿ y descubrir las leyes que
rigen su transmisión, sabiendo que están por las distintas necesidades
socio-religiosas de la primitiva comunidad. En otras palabras: Trata de
explicar el origen de los libros de la Biblia, de determinar su grado de
historicidad, mediante el análisis de los géneros literarios utilizados
por sus autores, espejo y grito del ambiente social y religioso de la
época. También se comparan los textos bíblicos con otras formas
literarias de escritores profanos orientales, para ayudarnos a
comprender mejor el texto bíblico.
Con esto anterior se conectó la
historia de las "Tradiciones", que pretendía individualizar y descubrir
las corrientes de interpretación que se formaron en las diversas
comunidades cristianas o precristianas. Las sentencias o relatos que
hasta entonces habían circulado por separado, sueltas, se resumieron en
forma de documentos escritos o tradiciones orales que constituyen la
base de la redacción de los libros que ahora poseemos en la Sagrada
Escritura.
¿Qué quiere decir el párrafo
anterior? Que un libro de la Biblia no es como la obra de un autor
moderno, escrita por él desde el comienzo hasta el final, siguiendo
además un esquema determinado previamente en perfecto orden. Los libros
de la Biblia, cada uno de ellos, son el producto final de una
transformación o proceso que viene desde muy atrás y que es enormemente
complejo.
Por ejemplo, según algunos
grandes expertos, muchos relatos evangélicos y dichos de Jesús no son
casi otra cosa que creaciones posteriores o que explican algo acerca de
Jesús; ese algo es el que sí sería verdad, no la forma o relato que nos
lo detalla. Para algunos otros expertos no sólo las formas, sino el
contenido del mensaje debe ser examinado cuidadosamente. Por ejemplo, la
moralización de algunas parábolas que más bien tenían, probablemente,
sentido revelatorio en su origen. Algunos expertos en Sagrada Escritura
dicen que lo que dio origen a los escritos sueltos acerca de Jesucristo
fue el culto litúrgico de la comunidad.
4.- En el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento ha
habido un larguísimo proceso de redacción y de supervisión hasta que los
libros vinieron a quedar como los tenemos ahora. Se conocen por lo menos
cuatro grandes redactores-revisores de toda la tradición anterior a
ellos; también se llaman "fuentes"; aparte de estos cuatro hubo muchos
otros autores que metieron su mano en la redacción de cada libro o para
incluir en la Sagrada Escritura libros enteros nuevos.
Esos cuatros grandes
redactores-revisores son conocidos normalmente como: el Yavista, el
Elohista, el Sacerdotal y el Deutoronomista.
El Yavista es llamado así
porque usa siempre el nombre de Yavé para referirse a Dios. Parece ser
alguien del sur de Palestina, que alrededor del año 850 antes de Cristo
(a.C.¿ recogió y revisó, cambiando y completando, todas las tradiciones
que hasta entonces existían como tradiciones sagradas del pueblo de
Israel. En esa tradición Yavista se antropomorfiza a Dios, es decir, se
le describe con características humanas; también sus narraciones
reflejan una conciencia moral muy amplia y nada estricta; se piensa en
una dimensión universal de la salvación y se vincula esa salvación a una
figura personal: "Alguien vendrá a salvarnos"; se habla de ella de
pueblos que, por ser derrotados por el rey David, fueron incluidos en el
pueblo de Israel y que constituyeron un peligro religioso para Israel.
El Elohista es llamado así
porque usa siempre el nombre de Elohim para referirse a Dios. Parecer
ser alguien del norte de Palestina, que alrededor del año 722 a.C.
recogió y revisó, completándolas, todas las tradiciones escritas y
orales sagradas que existían antes de él en el pueblo de Israel. Este
autor desantropomorfiza a Dios, espiritualizándolo; por eso en él, a
Dios no se le puede ver, y se revela por medio de los sueños, por
ejemplo. Ese Dios comunica su espíritu a Moisés y los israelitas; la
salvación no se espera de una única persona; la conciencia moral que
refleja esta tradición es mucho más estricta y parece escrita en el
momento en que en Israel había varios grandes profetas muy respetables.
El Deuteronomista es llamado
así por ser el redactor probable del libro llamado Deuteronomio; fue
redactado alrededor del año 623 a.C. en Jerusalén. El Deuteronomista
sabe perfectamente que Yavé es el Dios de Israel y que Israel es el
pueblo elegido; es un autor muy nacionalista, muy litúrgico y
centralista del culto. Muchos especialistas dicen que este libro fue
redactado en el norte de Israel y traído al sur después. El
deuteronomista subraya sobre todo la trascendencia de Dios.
El Sacerdotal parece ser de
alrededor del año 450 a.C. y estar escrito bajo la influencia del
profeta Ezequiel. Pertenecía probablemente al círculo sacerdotal de
Israel y fue escrito alrededor del final del destierro de Israel en
Babilonia. Polemiza con los mitos babilónicos; le da importancia al
sábado, a la circuncisión y a la sinagoga; también a los sacrificios y a
los sacerdotes; esta tradición llena el libro Levítico, casi toda la
segunda mitad del Exodo y los primeros y últimos capítulos del libro de
los Números.
5.- En el Nuevo Testamento
"Evangelio",
según el modo de hablar cristiano primitivo, quiere decir: el mensaje de
salvación comunicado oralmente, cuyo tema y contenido es Jesucristo, en
quien se hace presente el Reino de Dios. Debiera haber, pues, un solo
Evangelio, pero hubo al comienzo más de 60. Es la comunidad cristiana la
que fue descartando poco a poco los que considera falsos y se quedó con
sólo cuatro tradiciones a las que ahora llama cuatro "Evangelios".
El Evangelio, cada Evangelio,
no pretendía hacer una biografía de Jesús, sino dar testimonio de la fe
en El, despertar y afianzar la fe en Jesucristo. No trataban los
Evangelios simplemente de exponer lo que dijo o hizo Jesús en una
situación histórica determinada, sino obligar a los oyentes, a cada
oyente, a optar frente a Jesucristo, que estaba presente para cada
oyente en el culto de la comunidad cristiana.
El Nuevo Testamento tiene en su
seno géneros literarios tan diversos como el Apocalipsis o las cartas de
San Pedro. El Apocalipsis de Juan, por ejemplo, pretende fortalecer a
los cristianos de Roma durante la persecución de Domiciano haciéndoles
confiar en la providencia de Dios a pesar de todas las angustias
trágicas: Dios conduce sabiamente a la historia y todo terminará en el
triunfo de Cristo, simbolizado en el triunfo de un cordero.
6.- Descubrir la realidad
Hay textos de los Evangelios
que proceden de Jesús y otros que son creaciones de la comunidad
cristiana. A veces los textos bíblicos expresan hechos históricos en
formas simbólicas, otras veces expresan hechos incognoscibles para el
hombre usando la forma de un relato histórico.
Lo definitivo fue que en la
Resurrección se les reveló a los apóstoles que el Reino de Dios había
comenzado y, para ellos, esto fue el núcleo, lo más importante de su
predicación, lo que les descubrió plenamente el sentido de la vida
histórica de Jesús.
El encuentro con Jesús no es
arqueológico, erudito o libresco, sino existencial, vivencial, y por eso
en la predicación del Evangelio, aún con expresiones ampulosas o
recargadas, lo que se proclama es la salvación que Dios ofrece en
Cristo, modelo del hombre nuevo para una sociedad nueva.
5 - EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA
Alexander von
Rechnitz
1.- No todo lo que brilla es oro..
Hemos dicho al comienzo que la
Biblia no es un libro, sino toda una biblioteca de enorme variedad.
También hemos dicho que esos libros fueron apareciendo en el transcurso
de más de mil años (desde antes del siglo X antes de Cristo, hasta
finales del siglo después de Cristo¿ y que algunos de ellos, y hasta
todo el conjunto, pasaron varias veces por refundiciones y revisiones
generales; por lo menos cuatro veces.
A pesar de toda esta historia de
revisiones, refundiciones y paso por distintas manos, la Iglesia
reconoce esa colección de escritos como "inspirados" por Dios. Hayan
sido quienes hayan sido los redactores concretos, la Iglesia reconoce el
resultado final (es decir, cada uno de los libros como lo dejó la última
mano como "inspirado" por Dios. Y no en cualquier forma, sino en
forma tal que cada uno de esos libros contiene sin error cuanto afecta a
nuestra salvación. Así lo dice el Concilio Vaticano II: "Hay que
confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con
fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las
sagradas letras para nuestra salvación".
Pero ya nosotros sabemos, por
páginas anteriores, que en la época de Jesús corrían muchos escritos
entre el pueblo judío como Palabra de Dios y que, sin embargo, ahora no
son admitidos como "inspirados" ni por los judíos ni por los cristianos,
sean católicos o no. Se les llama "apócrifos", en el catolicismo.
Tenemos un relato del famoso
historiador judío Flavio Josefo que, a fines del siglo I de la era
cristiana, nos dice cómo se pensaba en esa época, entre los judíos,
acerca del montón de libros que corrían entre el pueblo como
"inspirados". Dice: "Desde Artajerjes hasta nuestros días, todos los
sucesos han sido narrados; pero no se da a esos escritos el mismo
crédito que a los precedentes, puesto que no ha habido ahí sucesión
continua desde los profetas. Los hechos muestran con qué respeto nos
acercamos a nuestros propios libros. Después de transcurrir tantos
siglos, nadie se ha permitido hacer ninguna adición, ningún corte,
ningún corte, ningún cambio. Es cosa natural para todos los judíos,desde
su nacimiento, pensar que ahí tienen las voluntades divinas,
respetarlas, y, en caso necesario, morir gozosamente por ellas".
Esa, desde luego, representa la
opinión oficial, no la popular, entre los judíos de aquel tiempo. Sólo
para aducir un caso, sabemos que los judíos que vivían fuera de Israel
admitían como "inspirados" otros siete libros: Tobías, Judit, Sabiduría,
Eclesiástico, Baruc, los dos libros de los Macabeos, Ester y Daniel
(estos dos últimos, no enteros, sino algunos trozos¿. Es la versión
alejandrina o de "los 70" (hecha en griego en Egipto), y que fue la más
reconocida en el siglo segundo a.C.
El hecho es que para el siglo I de
la era cristiana ya entre los judíos estaba quedando consagrado por la
aceptación oficial religiosa un grupo de libros admitidos como
"inspirados". Muchos libros apocalípticos quedaron descartados, a pesar
de la enorme aceptación popular que tenían.
El cristiano se encuentra ya con
esta selección y para él, hasta el año 150 más o menos, Sagrada
Escritura serán esos escritos judíos recibidos como "inspirados" desde
la antigüedad.
Durante los primeros 200 años de
cristianismo abundaron los escritos, ya con sentido cristiano, que
pretendían satisfacer el ansia curiosa de conocer detalles acerca de
Jesús, de su familia, de sus hechos de infancia, etc. Tales escritos,
aunque en muchos lugares tuvieron gran aceptación, fueron rechazados por
la comunidad cristiana, que nunca los admitió oficialmente como
"inspirados". En esa línea hubo más de 60 "evangelios" que, para que
fueran aceptados por la comunidad, eran presentados como escritos por
alguno de los apóstoles o por varios de ellos. Hubo, por ejemplo,
"Hechos de Pedro", "Hechos de Santiago", "Hechos de Juan", Apocalipsis
de Pedro, Apocalipsis de Santiago, etc.
Por el lado contrario, sabemos de
cartas legítimas de apóstoles, cartas que estuvieron en manos de la
comunidad cristiana y que se nos han perdido del todo. También sabemos
que algunos de los escritos que hoy tenemos como "inspirados" tienen
atribuida falsamente una autoría que no les corresponde; por ejemplo la
carta a los Hebreos, que no es de San Pablo.
Es en el Concilio de Nicea, en el
año 325 de nuestra era, cuando se hizo oficialmente la primera
selección. Escritos hasta entonces tenidos en muchas comunidades por
Sagrada Escritura, "inspirada" por Dios, fueron rechazados
definitivamente. Esa suerte corrió, por ejemplo, un libro llamado "El
Pastor", de un tal Hermas, que era hermano del entonces obispo de Roma.
Y libros que hasta entonces eran rechazados por algunas comunidades
fueron recibidos oficialmente en la lista de los considerados
"inspirados" por Dios; eso le ocurrió, por ejemplo, al Apocalipsis de
Juan.
2.- El "canon"
El "canon" es la lista oficial de
los escritos que la Iglesia ha reconocido como "inspirados".
La Iglesia Católica llegó a
considerar como "La Biblia" es decir, el conjunto de libros "inspirados"
por Dios para nuestra salvación la versión al latín que hizo en el siglo
IV san Jerónimo; una versión a la que la Iglesia llamó la "Vulgata", la
"popular". (Se llaman libros "canónicos").
Como los protestantes, prestando
crédito a las razones seriamente aducidas por Lutero, discutieron la
"inspiración" algunos de ésos incluidos en la "Vulgata", el Concilio de
Trento, en el siglo dieciséis, volvió a discutir el asunto y terminó por
aprobar definitivamente, para los católicos, el "canon" que todavía
permanece. Los libros que todos hemos considerado siempre como
inspirados se designan "protocanónicos", los que los protestantes no
aceptan como totalmente inspirados son llamados "deuterocanónicos".
3.- Criterios de selección
Para el Antiguo Testamento, la
Iglesia se guió, en gran parte, por la práctica y enseñanza de Jesús y
sus seguidores, que consideraron el Antiguo Testamento como "inspirado".
Con la lista larga de libros aceptados por los judíos tanto dentro de
Palestina como afuera, en la diáspora.
Para el Nuevo Testamento, el
criterio para decidir que libros serían admitidos fue el de la
"apostolicidad" del escrito. ¿Qué significa eso? Que la Iglesia recibió
como "inspirados" los escritos que ella creía que habían sido redactados
por los mismos apóstoles o por alguien que había mantenido un contacto
muy estrecho con algún apóstol. Originalmente pues, la apostolicidad de
un escrito era criterio de autoridad para su aceptación como
"inspirado".
¿Cuál es el criterio decisivo? La
aceptación como tal por la Iglesia. Si la Iglesia tiene la gracia, el
carisma o don para interpretar válidamente la Sagrada Escritura a sus
miembros, entonces tiene, lógicamente, la gracia, el carisma y don de
definir y conservar el "canon".
4.- Conclusión importante acerca
del "canon"
a. Lo que está
revelado por Dios en la Sagrada Escritura es lo que
tiene que ver con nuestra salvación; lo que no la
afecta, no. Eso significa que la Biblia no pretendió
hacernos físicos, biólogos, historiadores o geógrafos,
sino creyentes. La Sagrada Escritura no pretende
revelarnos nada de ninguna de esas ciencias, sino lo que
tiene que ver con nuestra salvación, con la salvación de
los seres humanos como cabezas de la creación.
b. Toda la
predicación eclesiástica, como toda la religión, debe
alimentarse de la Sagrada Escritura y dirigirse por
ella. "Quien predica, hable como quien entrega palabras
de Dios" (1 Pe.4,11). No se puede, pues, predicar ni
enseñar nada que vaya en contra de la Sagrada Escritura
y que, de alguna manera, no encuentre su fundamento en
ella y en la explicación multisecular que la Iglesia ha
dado de la Sagrada Escritura.
c. El magisterio
ejercido por los obispos "no está sobre la Palabra de
Dios, sino que la sirve", recuerda el Concilio Vaticano
II.
5.- Detalles
Estamos muy acostumbrados a ver
que la Biblia que usamos tiene capítulos y versículos, conforme a los
cuales la citamos normalmente, pero quizá no sepamos que tal división de
los libros, por œtil que nos parezca, no apareció sino tardíamente en la
Iglesia. La división en capítulos se hizo en el siglo trece (la hizo el
obispo inglés Esteban Langton en el año 1226¿ y los versículos se
pusieron en el siglo dieciséis (concretamente en el año 1551). Fue una
edición francesa, la del editor e impresor francés Robert Estienne, que
traía conjuntamente con la traducción francesa el texto griego y latín,
la primera que usó los capítulos y versículos que ahora conocemos.
Lutero, tan buen conocedor de la Biblia, sólo conocía la división en
capítulos de una Biblia inglesa del siglo XIII y así la usó. La división
en capítulos, muy útil para citar la Biblia, a veces desbarata el
sentido de un relato porque lo corta inoportunamente.
Las Biblias primeras venían con
todas las letras en mayúscula y sin signos de puntuación. Este dato nos
dejará sospechar que tal cosa podía también cambiar mucho el sentido de
lo escrito.
Interpretar y estudiar la Biblia
no es cosa fácil, pero sí importante. En todo caso, su mensaje
fundamental sí es fácil de captar, y con la práctica hasta los detalles
resultan accesibles.
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