RESUMEN DE QUINCE
PROPUESTAS DE LA FUNDACIÓN ESPINAL DE BARCELONA
¿No
hay nada que hacer?
ACCIONES DE APOYO A CAUSAS JUSTAS
PROPUESTAS PARA LA CONVERSIÓN PERSONAL
1.
AYUNO SOLIDARIO
(Tomado de J.I.GONZÁLEZ
FAUS, Recuperar el ayuno; "El Mundo", 8.3.93,
p.4.) Usted se compromete un día a la semana a dejar la
comida y la merienda. Hace sólo un desayuno corriente y
una breve cena. O bien suprime todas las comidas y pasa
el día sólo con unas pocas piezas de fruta. Mis amigos
naturistas le podrán explicar lo saludable que resulta
ese pequeño barbecho digestivo. Usted se encontrará
mejor y hasta puede ser que ahorre bastante en rollos de
metabolismos, dietéticas y colesteroles.
2. RESISTIR LA
SEDUCCIÓN DE LAS MARCAS
Algunas
sugerencias para consumir mejor sin ser consumidos:
1. Descubrir cómo algunos
productos, de grandes almacenes, sin marca son tan
buenos como los que tienen renombre, y mucho más
baratos.
2. Hacer "zapping" o boicot
parcial o total a las cadenas de televisión, radio,
periódicos, etc. que superen una proporción
razonable de anuncios.
3. Mirar los objetos que
utilizamos y preguntarnos hasta donde aceptamos
convertirnos en anuncio ambulante de pantalones,
blusas, bolsos, etc.
4. Cuando vayamos a los
grandes almacenes (paraísos del consumo), hacer
algún gesto que nos mantenga lúcidos y a resguardo
de una seducción abusiva: dinero justo, lista hecha
con anterioridad, ir acompañado...
5. Cuando creamos que una
campaña publicitaria hiere descaradamente unos
principios éticos mínimos (engaño, pornografía,
violencia, manipulación, etc.), no nos quedemos
impasibles, demos algunos pasos. Primero, escribir a
la casa anunciadora exponiendo lo que nos parece
inadmisible, y pidiendo una eventual retirada de la
campaña. En el caso de que la respuesta nos resulte
insatisfactoria podemos movernos judicialmente a
través de una asociación de consumidores. No debe
extrañarnos que la marca en cuestión haga lo que sea
necesario para estar a buenas con el cliente o para
ahorrarse, precisamente, publicidad negativa.
3. MANUAL DEL
TELEVIDENTE MADURO -
DE TELEBASURA A TELEALIMENTO
Así pues, parece más
razonable que en cada casa exista un código
claro y respetado sobre el contacto con la tele. En
este sentido proponemos un decálogo para evitar que
el
instrumento televisivo se convierta en
protagonista televisivo.
Lo que buscamos
es hacer de la "telebasura" nada menos que
"telealimento".
1. El aprecio por la TV
forma parte intrínseca del modo de usarla bien. Por
eso no nos sentamos ante la tele a ver "lo que nos
echen" sino porque nos interesa un determinado
programa.
2. La TV hay que usarla
cuando nos convenga, y saber prescindir de ella.
Porque le reconocemos un valor, adoptamos ante ella
un talante de "uso inteligente" y no de mera
evasión.
3. El problema no reside
tanto en "todo es basura" como en "elijamos entre
todo". Siempre es complejo el ejercicio de la
libertad. Hay que elaborar los propios criterios
para elegir: retransmisiones en directo, los
informativos más neutrales, debates serios,
películas de calidad...
4. Excluir programas no
sólo violentos o gratuitamente pornográficos, sino
alienantes o facilones: concursos baratos, etc.
5. No basta quejarse. Hay
que demostrar que se está a disgusto. La TV es
siempre un fiel reflejo de la realidad de los
consumidores: pretender, en el campo medial, que
siempre cambien los Medios es una completa
ingenuidad: ellos tienen infinidad de maneras para
controlarnos, y sólo cambiarán si les hacemos
cambiar nosotros. Solamente cuando se formen
asociaciones de televidentes que actúen de verdad,
entonces se podrá incidir en los contenidos
televisivos.
6. Sospechar siempre. La
TV nunca es neutra, ni la oficial ni la privada.
Siempre tiene algunos intereses, aunque sean de
simple naturaleza comercial, cuando no de talante
ideológico. Hasta el canal más noble oculta
inevitablemente alguna intencionalidad.
7. La TV es una trampa
mortal para niños y todavía más para
adolescentes, que suelen ver, en España, unas
tres horas de TV al día. O se toman medidas de
naturaleza educativa respecto de los espacios y del
tiempo de visión televisiva, o no se podrá evitar
una incidencia nociva sobre estas jóvenes
personalidades. Hay que "enseñar a dominar la TV".
8. Por ello será preferible
ver la televisión en familia. Para evitar el
disgregamiento familiar y para poder discutir
familiarmente cuanto se contemple en la pantalla. En
este segundo aspecto la TV puede convertirse en
instrumento cualificado de cohesión familiar.
9. La TV comunica mediante
un "lenguaje específico": el "audiovisual".
Pretender comprender sus mensajes/discursos sin
conocer ese lenguaje, es como intentar leer un
libro sin haber aprendido a leer la letra escrita.
Hay que tomarse muy en serio tal "lenguaje
audiovisual" es la gran asignatura pendiente del
fenómeno televisivo.
10. La TV puede llegar a
alimentar. Pensemos lo que supondría si los
cristianos y personas con valores parecidos,
mediante una conducta común, lográsemos cambiar
los índices de audiencia de los programas de
menos calidad. A lo mejor conseguiríamos también que
los políticos no se desvivan tan indignamente por
controlar los canales que están a su alcance.
4. VIVIR TRES MESES CON EL
SALARIO MÍNIMO
a) Intentar
vivir 3 meses con el salario mínimo
sin contar los impuestos, los gastos de
vivienda y los transportes.
¿Por qué el
Salario Mínimo? Porque representa
una especie de símbolo por debajo del
cual ninguna persona, en teoría, debería
descender. El reconocimiento oficial de
un "minimun" necesario es capital, pero
nuestro intento deberá decirnos
si ese salario es un minimum o un
infra; si realmente es suficiente
para vivir dignamente. ¿Por qué 3
meses? Por ser un tiempo limitado y
por lo tanto accesible, y porque su
duración es suficientemente larga para
ser significativa. ¿Por qué intento?
Está claro que se trata de intentarlo lo
más honestamente posible, pero tal vez
la mayor parte de nosotros no lleguemos
a realizarlo en toda su exigencia. En
realidad será posible que algunos
solamente se comprometan a "aminorar"
sus gastos superfluos. El objetivo no es
tanto llegar a toda costa, sino saber
por qué no hemos llegado y, entonces,
sacar las consecuencias que de ello se
desprendan.
b) Debatir,
testimoniar nuestra experiencia, y
extraer consecuencias militantes.
Durante estos tres meses, las personas
que realicen la experiencia deberán
agruparse dentro de núcleos, más o menos
amplios, adecuados para facilitar el
intercambio de motivaciones originarias,
de objetivos a conseguir, y sobre todo
de las reflexiones a que se vaya
llegando.
c)
Constituir un fondo de solidaridad.
Parece coherente que las cantidades
ahorradas con este proyecto de
austeridad, en totalidad o en parte,
según la conciencia y las posibilidades
de cada uno, se ingresen en una cuenta
especial del respectivo núcleo, a fin de
constituir un fondo de solidaridad cuya
utilización se definirá por los propios
participantes.
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5. ROMPER LA CADENA DEL
CONSUMISMO
(Extracto de D. IZUZQUIZA, "El
difícil arte de vivir sobriamente combatiendo el
Consumismo". Revista octubre Sal Terrae,
1995.)
Sin duda un "difícil arte".
Hagamos algunas aclaraciones previas.
El Consumismo no es
"exceso de consumo", sino un sistema basado en
el consumo, un modelo mercantilista de existencia.
Algo parecido, por ejemplo, al militarismo, que no
se refiere a la excesiva presencia de lo militar,
sino a una visión militarizada de la vida.
El consumismo tiene,
por tanto, una evidente dimensión social. Y
por eso la lucha contra el mismo no se debe plantear
como una simple cuestión de valores o de
comportamientos individuales. Un peligro claro, que
debe evitarse a toda costa, es el de caer en un
ascetismo neoconservador, que puede estar muy
cerca del fariseismo o de una cierta idolatría de la
sobriedad.
Es imprescindible pasar
de lo verbal a lo real. Es necesario dar pasos
concretos que puedan ir generando alternativas a
esta situación.
El consumismo crea una
cosmovisión que abarca y empapa toda la realidad, el
sistema de valores, laconcepción de la vida.
Consigue, en definitiva, que el horizonte vital de
las personas quede limitado a la esfera del tener,
como si ahí se jugase lo importante, olvidando la
dimensión esencial del ser: ser más persona, más
humano, más yo mismo, más solidario.
Es necesario ver propuestas
capaces de ponernos en camino, de animar a la
construcción progresiva de una alternativa al modelo
actual, al consumismo vigente. Sin duda, no es una
tarea fácil.
a) Humildad.
Puede resultar llamativo empezar por aquí, pero
es imprescindible reconocer que todos somos
cómplices del consumismo muchas veces al día. Es
conveniente: ser conscientes de ello; llevar la
imaginación al poder; mantener la paciencia
histórica; y cuidar el sentido del humor.
b) Programar y
controlar. Se trataría de encarnar la
austeridad en el proyecto vital:
- anotar los gastos
del último mes o trimestre, con sumas
totales y parciales; constatar: ¿cuánto
gasto y en qué?, ¿a dónde va mi dinero (y mi
tiempo, y mi afecto...)?;
- analizar esos
datos objetivos a la luz de mi opción
de vida, de mis deseos..., con calma ;
¿cuánto debería gastar y en qué?;
- modificar,
corregir, apuntalar, programar para el
futuro inmediato.
c) Contacto con los
pobres. Resulta difícil, si no imposible,
vivir sobriamente cuando estamos rodeados de
opulencia: nuestra vida cotidiana niega nuestros
supuestos deseos. Por eso es necesario un
contacto directo con los pobres, las víctimas
del sistema consumista, para poder elegir,
vivir, consumir, sentir, concebir la vida...
desde ellos y como ellos.
d) El papel de la
comunidad. Como en todas las tareas que son
"difíciles artes", es imposible avanzar en
solitario; por eso resulta imprescindible el
papel de la comunidad. En el caso que nos ocupa,
vivir sobriamente en medio de una sociedad
consumista exige de algún modo "crear zonas
liberadas" (J.M. Mardones) donde poder respirar
un ambiente menos enrarecido; donde poder gozar
de la sencillez, la gratuidad, la austeridad...;
e) La óptica
no-violenta. Veamos algunos aspectos de la
lucha no-violenta que pueden ser vividos en lo
cotidiano de nuestras vidas:
- no cooperación
con el consumismo: quitarle apoyo social
desde la base (p.ej. rechazar la publicidad,
anuncios televisivos,"mailings");
- boicot a
determinados productos perniciosos por sus
implicaciones laborales, ecológicas,
antihumanitarias, militares, etc. (Ejemplos
conocidos han sido el del carbón surafricano
en la época del apartheid, el de la
multinacional Shell en junio de 1995, o el
recientísimo de los productos franceses en
protesta contra las pruebas nucleares);
- objeción
laboral: del mismo modo que la
conciencia puede presentar objeción a
colaborar con el servicio militar o con el
destino de los impuestos, también puede
hacerlo con determinadas actividades
profesionales relacionadas con el consumo
(p. ej., publicidad, peletería,
investigación y venta de armas, etc.).
f) Consumo
alternativo. El problema del consumismo no
reside sólo en la cantidad (cuánto se consume)
sino también en la calidad (qué y cómo se
consume). No se trata sólo de reducir, sino de
modificar las pautas de consumo. Por esto es muy
importante apoyar las iniciativas de consumo
alternativo o comercio justo; se trata de
consumir productos producidos por los pueblos
del Sur, con salarios dignos, sin explotación
laboral de los niños, sin discriminación sexual
y con respeto ecológico. Es importante también
hacerlo de un modo conscientemente solidario,
apoyando ONG's del Norte y del Sur hasta ir
creando un auténtico tejido de solidaridad que
fortalezca la sociedad civil y vaya generando
alternativas estructuradas.
g) La aportación
ecologista. Uno de los lemas del movimiento
ecologista ilumina nuestro difícil arte:
Pensar globalmente, actuar localmente. Algo
similar apareció en una pintada, allá por mayo
de 1968: "Los que hablan de la revolución sin
referirse a la vida cotidiana, hablan con un
cadáver en la boca". Las famosas "tres erres"
dan pistas de por dónde caminar:
- reducir el
consumo en cosas tan sencillas como ir a la
compra con una bolsa de tela y evitar así el
abuso de bolsas de plástico; o comprar a
granel lo que se pueda, reduciendo el gasto
de envases innecesarios. Más ejemplos:
utilizar el ascensor sólo para subir reduce
el gasto energético en un 60%
aproximadamente;
- recuperar
todo lo recuperable; negarse a los productos
de usar-y-tirar, utilizar el papel usado por
una cara para escribir notas por detrás,
recuperar (para mí o para otros) libros y
ropa, etc.;
- reciclar.
Con todo, ésta es hoy la última moda
consumista, comprar productos reciclados! No
está mal, pero sólo tiene sentido si se da
lo anterior y colaboramos en el reciclaje
(vidrio, papel, cartón, pilas, metales...,
hasta llegar a la recogida selectiva de
basuras en origen).
e) Ascesis para
apuntalar. Ciertamente, la ascesis no está
de moda, ni como palabra ni como realidad. Pero
es indudable su valor, tanto para la vida en
general como para el aspecto que ahora nos
ocupa. Es necesario tener experiencias de
autodominio, de no dejarse guiar por el
consumismo. Estas experiencias reforzaran
actitudes, serán signos expresivos de nuestras
opciones, encarnación de nuestros deseos
íntimos, control de nuestros deseos
superficiales, recordatorio de las víctimas del
consumismo...
ACCIONES POSITIVAS DE APOYO A CAUSAS JUSTAS
6.
APOYO A ACCIONES
SOLIDARIAS
(Luis DE SEBASTIÁN, en
"El País" 16.9.93)
"Unas personas
solidarias con los pueblos más pobres que
nosotros han lanzado una iniciativa entre los
ciudadanos de Cataluña para que demos un 1% de
nuestros ingresos netos en concepto de ayuda a
los países pobres.
Hace unos 20 años, en
la Asamblea General de las Naciones Unidas se
aprobó una moción que pedía a los países más
ricos del mundo que dedicaran el 1% de su
respectivo producto nacional bruto a la ayuda a
los países en vías de desarrollo, como -
eufemísticamente- se decía entonces. Diez años
después, y ante los hechos consumados de una
solidaridad bastante limitada, la Asamblea
General de la ONU propuso un objetivo más bajo,
el 0,7%, del PIB de los países ricos. Esa sigue
siendo la meta de los fondos catalogados como
ayuda oficial al desarrollo que los países de la
OCDE, el club de los países ricos, dedican al
mundo pobre. Son pocos, los países que dan un
0,7% de su PIB. En 1992, sólo los países
escandinavos dedicaban el 0,7% o más -en el caso
de Noruega y Suecia- a la ayuda al mundo pobre.
Holanda y Francia se les acercan; pero los
restantes países quedan muy lejos de esta meta
humanitaria. El promedio de los países miembros
de la CE es del 0,37%. Y España apenas llegó el
pasado año al 0,2% de nuestro PIB, una ayuda
inferior a la que nos correspondería por nuestro
nivel de vida.
Hablar en tiempo de
crisis de aumentar la ayuda al desarrollo no es
muy popular ni muy realista. El recorte del
presupuesto para 1994 implica ya una reducción
importante de los fondos destinados a la ayuda
al desarrollo. Es un recorte con poco coste
político en el corto plazo, aunque puede tener
consecuencias más adelante en la presencia e
influencia española en la comunidad
internacional y en los mercados de los países
emergentes de América Latina y Africa. Pero a un
Gobierno obsesionado con el déficit de este año
no se le puede pedir mucho.
Por eso quizá son más
importantes las iniciativas de la sociedad civil
para la ayuda al desarrollo. Ya hace tiempo
existe un movimiento en favor del 0,7%,
estructurado como organización no gubernamental,
que promueve el cumplimiento del objetivo de la
década de los ochenta. Y, dicho sea de paso, la
ayuda al desarrollo que se canaliza por las ONG
tipo Intermón, Manos Unidas, Médicos sin
Fronteras, y otras que lamento no poder citar,
es cada vez más voluminosa y viene a engrosar la
ayuda oficial, que más bien es raquítica. La
Campaña 1% Movimiento del impuesto voluntario
va más allá y apela a todos los que, estando
descontentos de la tacañería de nuestras
administraciones públicas, quieren hacer algo
más por los pobres de este mundo."
(No son conocidos de
todos los acontecimientos posteriores a este
escrito, en torno a la Plataforma del 0,7,
que siguen evolucionando todavía. Como quiera
que termine son un aldabonazo para nuestras
conciencias, y un ejemplo de que, podemos más de
lo que creemos).
Un emigrante no es un
aventurero atrevido que marcha de su país
alegremente. Es, más bien, una persona que se ve
empujada a marchar para buscar -donde sea y como
pueda- los medios de subsistencia para él y para
su familia, y así vivir con unos mínimos de
dignidad.
Es claro que el
problema tiene raíces de orden
socio-político-económico, delante de las cuales
podemos encontrarnos sobrepasados: el
desequilibrio Norte-Sur. Pero las actitudes
personales que tomamos ante el inmigrante sí que
dependen de nosotros, de nuestra capacidad de
ver y valorar a los otros como un "alter ego",
como una extensión de mi propio yo.
Algunas
actitudes positivas ante el inmigrante
1. Estar convencidos
vitalmente de que todos somos hijos de la misma
naturaleza creada por Dios y que los aspectos
más vitales nos unen por más que queramos
diferenciarnos: nacemos, sentimos, sufrimos,
morimos...
2. Crear conocimiento.
El desconocimiento suele ser engañoso; el
acercamiento, en cambio rompe barreras
psicológico-mentales y nos hace descubrir al
otro en toda su peculiar riqueza.
3. Respetar las
dimensiones de la persona que provienen de una
cultura diferente de la nuestra y que se han
alimentado de otros conceptos vitales. Y así
descubrir el hecho de la diversidad.
4. No ser curiosos ni
irónicos con sus costumbres y creencias porque
pertenecen a la intimidad de cada persona; en
todo caso, preguntar con todo respeto sobre
aquello que desconocemos para poder valorarlo.
5. Buscar siempre los
puntos comunes y aquello diferente que puede
enriquecernos mutuamente cuando lo compartimos
con respeto y aprecio.
6. Buscar un trato
concreto, distendido, y ajeno a las relaciones
laborales, con algunos de ellos
7. Reconocer los
derechos de los inmigrantes antes de exigirles
que cumplan sus obligaciones.
8. Tener cuidado de
usar un lenguaje no discriminatorio que no
menosprecie ninguna raza, color, creencia o
cultura.
9. Saber descubrir y
admirar las formas de vivir que aportan valores
de los cuales esta necesitada nuestra sociedad
(como el sentido de la hospitalidad, de la
fiesta, de la comunidad...).
He aquí algunas
actitudes hacia el inmigrante que nos ayudarán a
ser más tolerantes, justos y en definitiva más
humanos. Y que nos ayudarán a hacer cada día más
real y posible el concepto del mundo como una
aldea global, como la casa de todos, como la
patria común. De aquí brotará también la firme
disposición a luchar por sus derechos: el
derecho a la legalidad, al trabajo, a la
vivienda, al reagrupamiento familiar, etc. Y, si
queremos podemos ir todavía más lejos, a luchar
para establecer entre los pueblos relaciones de
igualdad y no de explotación, para romper la
división Norte-Sur cada día más profunda y
origen de la gran mayoría de migraciones. Unas
migraciones que ni nuestros privilegios de
países ricos, ni nuestras leyes restrictivas, ni
las barreras policiales de ningún sitio podrán
detener.
Según el "Informe sobre
el Desarrollo Humano" del año 1995, en España
los sueldos de las mujeres son un 20% más bajos
que los de los hombres; sólo un 30% de los
nuevos trabajos fijos son ocupados por mujeres;
y en lo que respecta al trabajo doméstico y el
cuidado de los hijos, se calcula que las mujeres
le dedican cuatro horas más que los hombres en
una ciudad como Barcelona (LA VANGUARDIA,
Dosier Mujeres, 29.8.95). Lo que se espera y
valora socialmente de un hombre y de una mujer
es muy diferente, y es una de las principales
causas de los datos que acabamos de apuntar.
Tales datos, que se podrían ampliar
indefinidamente, hablan por si mismos y reclaman
nuestro compromiso.
Como mínimo
1. El lenguaje.
Frecuentemente utilizamos expresiones, palabras
abstractas, frases hechas, chistes, etc. que
pueden considerarse sexistas. Sin necesidad de
convertir la lengua en algo purista, si que
sería necesario distinguir los momentos o
situaciones en que no costaría utilizar lo que
llamamos un lenguaje inclusivo, es decir, que
hace referencia a los dos sexos en vez de usar
siempre el masculino.
2.
Corresponsabilizarse de las tareas domésticas.
Es una propuesta que de tan manida, parece que
haya de pasarse por alto. Pero es esencial que
los miembros adultos de una familia asuman de
igual forma la responsabilidad de las tareas de
casa y el cuidado de los hijos y las personas
mayores o enfermas. Sobre todo con el objetivo
de desmitificar el hecho que este tipo de
trabajo recaiga exclusiva y necesariamente en
las madres o mujeres de la familia. De cara a
los más pequeños de la familia, es esencial que
vean que no se trata de unas tareas que las
mujeres, por el hecho de serlo, han de
desarrollar necesariamente.
3. Tener sentido
crítico delante de los medios de comunicación y
discursos políticos. Continuan reafirmándose
los modelos en que el hombre se presenta como un
macho protector, de actitud viril, duro,
exigente... y la mujer se presenta como un
objeto estético, seductor, decorativo,
preocupada sólo por la imagen externa, pero de
carácter tierno, suave, delicado... O también,
preocupada sólo por los asuntos relacionados con
la maternidad, el cuidado de los hijos y el
mantenimiento del hogar.
Hay que prestar
atención, también, a los discursos políticos
neoconservadores o a ciertos discursos
religiosos, a los cuales les interesa remarcar
la importancia de la misión de la mujer sólo
como madre y transmisora de ciertos valores,
como si por "esencia" y "naturaleza" le
correspondiera asumir exclusivamente una función
que, en buena parte, es una construcción de la
sociedad y la cultura.
9.
ECOLOGÍA
(La primera parte de
este epígrafe está sacada de: Señales del
Espíritu. Vll Asamblea del Consejo Mundial de
Iglesias. Camberra, Australia, 7-20.2.91)
Sugerencias
Existen manuales que
indican qué cosas podemos hacer para conservar
la limpieza de nuestras ciudades, bosques, ríos
y océanos. Es importante todo lo relacionado con
la preservación del medio ambiente y todo lo que
contribuya al ahorro de energía. Pero los
problemas son tan radicales que exigen ir a la
raíz: cambiar la actitud radicalmente egoísta y
corta de vista, que sólo se preocupa por el bien
inmediato, rápido y sin límites.
1. Siguiendo las
orientaciones de la Asamblea de
Basilea-1989, es importante constatar y
darse cuenta de la absoluta
interdependencia de todos los problemas
alrededor de las injusticias (justicia), de
la violencia (paz) y los desastres
ecológicos de nuestra civilización técnica
(integridad de la creación).
2. Debemos
insistir, sobre todo, en una ética de
defensa de la vida, en todas sus
dimensiones: materiales, culturales,
económicas, políticas y espirituales. Esto
implica una ética de "los recursos escasos",
una ética de la globalidad (todo el mundo),
una ética de la paz y una ética más
contemplativa que acentúa la "gratuidad".
10.
MILITANCIA
SOCIOPOLÍTICA SOLIDARIA
Sugerencias
- Por supuesto, lo
primero es participar en alguna organización
sociopolítica. No es posible que en nuestro
entorno todo lo que exista (partidos,
sindicatos, movimientos) sea rechazable. En
todo caso, si pensamos que es así, la
conclusión no puede ser quedarse en casa,
sino trabajar por construir una organización
transformadora.
- Si estamos en un
partido o sindicato, organizarnos en
corrientes de opinión. Sin esta "micro
organización" en el interior de estas
grandes organizaciones, es prácticamente
imposible influir.
- No nos encerremos
en nuestra organización, seamos capaces de
impulsar la creación de espacios para el
encuentro y el trabajo en común de
organizaciones diversas.
- Traslademos los
problemas de los movimientos al partido y al
sindicato, y los del partido y el sindicato
a los movimientos.
- Allí donde
estemos, insistamos en la importancia de la
cultura y los valores. Revisemos la labor
pedagógica de las organizaciones.
- Exijamos la
radicalización de la democracia en nuestras
organizaciones, para poder así exigirla al
conjunto de la sociedad.
ACCIONES NEGATIVAS CONTRA INJUSTICIAS
ESTABLECIDAS
11.
BOICOTS SOLIDARIOS
(L. DE SEBASTIÁN, La Organización de los
Consumidores, en "El País", 14.4.92, pág.
42)
"La empresa
norteamericana Colgate-Palmolive ha decidido
reestructurar sus operaciones en Europa y cerrar
su fábrica de Guadalajara, dejando en la calle a
unos 300 obreros y empleados.
Estas son
eventualidades de la inversión extranjera que se
conocen hace mucho tiempo. Cuando una empresa
multinacional decide reducir el nivel de sus
operaciones, o racionalizar su producción, las
plantas situadas en el extranjero, y por lo
tanto menos defendidas por presiones políticas
locales, tienen generalmente más probabilidades
de desaparecer.
Naturalmente, el Estado
español no puede hacer nada ante el cierre de la
Colgate-Palmolive en España. Una de las
reglas del juego que se deben observar para
atraer a España a la inversión extranjera es
precisamente la posibilidad de la des-inversión.
El intentar "atrapar"
con legislación en defensa del empleo, por
ejemplo, a las empresas multinacionales en un
país determinado una vez que han puesto el pie
en él, es el camino más seguro para que no
vengan.
Sin embargo, es una
pena que se pierdan puestos de trabajo sin hacer
nada para defenderlos. En este comentario
propongo que se haga algo, pero que se haga algo
a partir de la iniciativa privada y por los
cauces aceptados en las reglas de juego del
mercado.
Supongamos que las
Asociaciones de Consumidores hacen saber a
Colgate que, si cierra la planta de Guadalajara,
recomendarán a sus asociados que no consuman
productos de la Colgate-Palmolive. Supongamos
que la amenaza es creíble y que la empresa
norteamericana se ve enfrentada con la pérdida
de, por lo menos, parte del mercado español, un
mercado apetitoso de 40 millones de personas que
justamente están mejorando sus hábitos de
limpieza. La empresa volvería a hacer números y
muy probablemente no cerraría la planta
española.
Solución de
fuerza
Esta es sin duda una
solución de fuerza, pero también es una solución
que pasa por el mercado, en el que supuestamente
el consumidor es el rey, el que decide qué se
debe producir, en qué cantidades, a qué precios
y, en nuestro caso, dónde.
Para que este tipo de
acciones sea posible es necesario que existan
asociaciones de consumidores con poder de
convocatoria para emprender acciones colectivas
eficaces y, dado el caso, hacer sus amenazas
creíbles. El consumidor individual no es el rey
de nada; él se enfrenta sólo a una oferta muy
bien organizada, que dispone de medios poderosos
de persuasión y un aparato de información que
abruman al consumidor. Para que el consumidor
sea rey -lo cual conviene para el buen
funcionamiento del mercado- es necesario que se
una con otros consumidores tan indefensos como
él mismo, es necesario que forme Asociaciones
con presencia en la opinión pública y, en
definitiva, en los mercados.
Dado que una parte, la
de la oferta, actúa en el mercado de una manera
organizada, la otra, la de la demanda, también
debe organizarse o coordinarse. Los consumidores
organizados podrían realmente afectar los
precios, rechazando, por ejemplo, los productos
cuyos precios aumenten de forma irracional;
también ejercerían un efectivo control de
calidad.
Las asociaciones de
consumidores deben llevar a los consumidores a
una acción colectiva sobre los mercados.
Para ello deben suministrar información.
Deben también -para ser
eficaces- organizar acciones de los
consumidores para influir en el mercado y en las
decisiones de los productores, para que estos no
tengan una influencia muy superior a los
consumidores.
Sociedad
individualista
Organizar a los
consumidores es difícil porque son muchos en
número, están dispersos geográfica y
socialmente, y están habituados a actuar
individualmente. Además, lo que pueden ganar con
la organización concertada no se valora o se
valora menos que las molestias de organizarse y
actuar a una.
Este precio no afecta
mucho al presupuesto y al nivel de vida de un
consumidor particular. Por eso es muy poco
probable que alguien -que no emplee el azúcar
como input productivo- se moleste en
organizarse y actuar para que se reduzca el
precio del azúcar; al fin y al cabo es una
cuestión de pocas pesetas. No sucede así con los
productores de azúcar, que son pocos, que se
conocen y que pueden coordinar sus acciones con
gran facilidad. Y además tienen individualmente
mucho que ganar o perder, si el precio del kilo
de azúcar sube o baja respectivamente en una
pequeña cantidad. Los prerrequisitos para una
acción eficaz de los productores de azúcar son
mucho más favorables que los consumidores.
Los consumidores en
cambio pagan lo que se les pide por el kilo de
azúcar, protestando quizá un poco -si saben lo
que cuesta en el mercado libre mundial- pero sin
ser capaces de emprender una acción colectiva,
que puede ser tan sencilla como dejar de usar
azúcar por un par de semanas. Esta simple
acción, si se emprendiera por millones de
consumidores en toda España, sería capaz de
lograr que los consumidores impongan sus
condiciones a los productores.
Lo anterior es sólo un
ejemplo, pero si se convirtiera en una forma
normal de proceder, entonces el consumidor
organizado sería el rey, y el mercado
funcionaría con la eficiencia que le atribuye la
teología liberal."
(N.B. Puede parecer un
proyecto bonito pero imposible. Cabría responder
con la siguiente observación: cuando se permitió
a los clubs de fútbol hacer propaganda en las
camisetas de los jugadores, los futbolistas del
Real Madrid comenzaron a llevar la marca ZANUSSI
en su indumentaria. Al poco tiempo, las ventas
de esa marca habían bajado de tal modo en
Catalunya que la empresa retiró la propaganda.
Si esta anécdota es bonita porque muestra la
fuerza de las acciones conjuntas, es triste
también que lo que los hombres somos capaces de
hacer por una rivalidad discutible, no seamos
capaces de hacerlo por una solidaridad limpia.
Otra vez "los hijos de las tinieblas son más
sagaces que los hijos de la luz" (Lc. 16,8).)
12. BOICOTS
DE PROTESTA SOLIDARIA
Lo propuesto en el
capítulo 11, y en parte del 3, puede prolongarse
en otra dirección. Hay vergüenzas sociales que
deben ser boicoteadas.
- Por ejemplo: anuncios
que en lugar de limitarse a informar estafan o
manipulan, ya sea con promesas "celestiales",
falsas e incumplibles, ya sea apelando a los
instintos más bajos de la persona (poder,
estimulación sexual, afán de ser envidiado,
etc.). Una persona razonable podría tener como
norma no utilizar productos que se promocionen
con esos recursos. Si todos se comportaran así,
constituirían un "grupo de presión"
impresionante.
- Una de las grandes
vergüenzas de nuestra sociedad son los sueldos
astronómicos de nuestros deportistas
(futbolistas, tenistas, astros del
baloncesto...). Viven del deporte y, además, se
forran porque sus triunfos halagan falsamente
nuestras pasiones patrioteras. Y sin embargo,
mucho más que a ellos, necesitamos, por ejemplo,
la aportación de los mineros, que arriesgan su
vida cada día por una ganancia infinitamente más
baja, y con poco reconocimiento social. Encima,
los ídolos del deporte pueden "trasladar" su
residencia a paraisos fiscales, librándose así
de la mínima solidaridad que deben al país que
dicen representar.
Los que se dejan llevar
por el Espíritu están liberados de la necesidad
de "engrandecerse" con los triunfos de sus
compatriotas (que en realidad son mérito de
éstos solos). Esperan de ellos que den lo mejor
de sí como personas. La actividad deportiva
puede ser contemplada desde una óptica meramente
lúdica, sin recurrir a sus ingredientes
"patrioteros" que obligan a aceptar infinidad de
manipulaciones injustas.
- El conflicto a
propósito del programa tde TV "esta noche sexo",
con el descenso consiguiente de audiencia y la
amenaza de empresas de retirar sus anuncios, es
extrapolable más allá de la televisión: hizo ver
el poder que tienen los consumidores cuando se
unen,. Ojalá algún día sepamos hacer un boicot
parecido, ante la impresionante manipulación
futbolística.
Este tipo de acciones
son, además, un servicio a la democracia: porque
mientras los ciudadanos aceptemos la vieja
fórmula del "panem et circenses" (pan y circo),
el tejido social será un tejido totalitario,
aunque el ordenamiento jurídico sea democrático.
En un sistema
capitalista, los impuestos son moralmente
obligatorios, porque son la única manera que
tiene el sistema de cumplir con la justicia y
poner en juego la "hipoteca social" de la
propiedad (aparte de la necesidad de que todos
sufraguen los gastos comunes que son para obras
públicas, defensa, etc).
Pero precisamente
porque son obligatorios, dan al ciudadano un
cierto derecho (y obligación) de controlar el
uso y el destino de esa recaudación, en lugar de
resignarse a soportarlos pasivamente. La frase
que se oye algunas veces ("eso se ha hecho con
el dinero de todos los españoles") es, en
principio, una queja válida.
Desde posiciones
pacifistas se considera cada vez más que la
partida de gastos militares es irracional y se
hace en detrimento de gastos más necesarios
(educación, etc). Además contribuye a mantener
la "lógica bélica" sobre la que está montada
nuestro mundo, y que sólo puede ser quebrada con
acciones radicales. Es así como ha surgido la
"objeción fiscal".
¿En qué
consiste?
En desviar del impuesto
sobre la Renta de las Personas Físicas el
porcentaje que corresponde a Defensa de acuerdo
con los presupuestos del Estado.
Este dinero, que no se
destinaría a la defensa de la sociedad, sino a
la preparación de las guerras en defensa de unos
cuantos, lo desviamos hacia finalidades
socialmente útiles. Quien hace objeción ingresa
el importe en la cuenta de un proyecto
alternativo, e incluye el resguardo de su acción
y una carta explicativa con el resto de papeles
de la declaración.
Como se ve, no se trata
de pagar menos impuestos: se paga exactamente lo
mismo, pero haciendo uso del derecho a la
objeción de conciencia. El objetor fiscal se
niega a colaborar con el mantenimiento del
aparato militar y opta por entregar directamente
esta parte de su impuesto a alguna causa que
verdaderamente lo defienda. No se trata tampoco
de arreglar solamente un problema personal, sino
que se trata también de una implicación en la
lucha por un mundo donde la paz no sea la
victoria del que está más armado, sino el
resultado de la justicia. La objeción fiscal se
constituye así en una lucha que, además de su
carácter de resistencia a las cosas militares,
tiene un fuerte componente de solidaridad. Desde
el primer momento quedó claro que la Objeción de
Conciencia Fiscal a los gastos militares
trabajaría también para impulsar otras luchas
que, llevadas a cabo por una serie de
movimientos y grupos, estructuraban en conjunto
lo que se podría llamar una defensa alternativa,
que progresaba en el desarrollo y la justicia
social. Es el objetor quien decide dónde enviar
el dinero de su objeción.
Adoptar la postura de
enfrentarse a Hacienda no ha de ser tarea, por
más razones que se tengan, de cada persona por
separado, por esto deben coordinarse todas las
personas que ejerciten el derecho a decidir no
pagar impuestos por armamento. Para ello es
necesario que quien haga Objeción envíe una
carta a la oficina de Objeción Fiscal más
próxima con el nombre, la dirección, la cantidad
objetada y la destinación escogida. En concreto:
--Llenar los
impresos de la declaración hasta el epígrafe
"Cuota líquida".
- Calcular el
impuesto de la objeción fiscal e incluirlo
en alguna de las casillas posteriores de
retenciones (normalmente se utiliza la de
"Pagos fraccionados por actividades
empresariales") recortando el texto y
escribiendo "Para objeción fiscal".
- Adjuntar
comprobante por objeción fiscal en caso de
haber realizado el ingreso en la entidad
escogida.
- Escribir una
carta-instancia al delegado/a de Hacienda de
la Provincia donde se explique que se ha
hecho objeción y a la vez que se solicita
que en los próximos años este apartado
figure en los impresos para poder realizar
la objeción.
- Enviar los datos
al centro coordinador.
El problema
legal
Cuando Hacienda nos
diga que no acepta nuestra objeción, nuestra
respuesta puede ser aceptarlo sin más y pagar lo
que se nos pide (sería como renunciar a la
objeción) o recurrir ante la Delegación de
Hacienda primero, y después, si deniegan el
primer recurso, ante el Tribunal Económico
Administrativo Provincial (al cual se puede
recurrir directamente sin pasar por el primero).
Si la respuesta del
Tribunal es negativa, se cierra la vía
administrativa y se abre la judicial. Es
imprescindible que el objetor se ponga en
contacto con un grupo de objeción fiscal, que
explicará las posibilidades y la estrategia más
adecuada según las circunstancias de cada caso.
Cristianisme i
Justícia, a los diversos Secretariados de
Justicia y Paz de España o al Servicio de
Información de la Objeción Fiscal,
Rivadeneyra, 6, 10, 08002 Barcelona - Tel. (93)
317 61 77, fax: (93) 412 53 84.
" 1991 fue el año de la
guerra del Golfo. En el 92 acabó de estallar la
guerra de Yugoslavia. En el 93 asistimos por
televisión a la guerra de Somalia. En el 94 a la
de Ruanda, en el 95 Chetchenia... Tras la caída
del comunismo, el desarme nuclear y el triunfo
de la libertad, resulta que la década de los 90
nos está acompañando con una guerra por año.
Cuando la guerra de
Ruanda, una de las religiosas que hubieron de
escapar de aquel país declaraba en la prensa que
allí "se conformaría con unos cuantos guantes
desechables" para poder atender las heridas de
los miles de enfermos de SIDA: "como no vamos a
dejarlos sin asistir los curamos con las manos
desnudas", con riesgo de contagio ( El Mundo,
17 abril 1994, Suplemento "7 días" p. 1). Esta
precariedad contrasta con las imágenes ofrecidas
por TV en las que aparecían los miembros de las
diversas etnias armados con fusiles, metralletas
y carros de combate. Es irracional ver esas
armas en manos de quienes ni siquera tienen unos
guantes de goma para curar las heridas. Pero
esta irracionalidad tiene una lógica "económica"
que ha estado presente en todas las guerras de
esta década: al producirse el desarme nuclear,
fondos cuantiosos que se apartaban de la
investigación logística no han ido a parar a
usos pacíficos, sino a la fabricación (y
consiguientemente al aumento de la venta) de
armas convencionales. Las armas "convencionales"
se revelan así más dañinas que las atómicas
porque éstas eran una amenaza también para
nosotros, y aquellas sólo son amenaza para
los otros. La irracionalidad es de tal calibre
que, por ejemplo en nuestro país, buena parte de
los Fondos de Ayuda al Desarrollo que reparte el
gobierno, van destinados... a que nos compren
armas los países que los reciben.
Añádase a todo esto la
necesidad de hacer desaparecer las minas, que
comentamos en capítulo siguiente: cada año se
producen -y comercializan- de 5 a 10 millones de
minas.
Esta pavorosa y cruel
irracionalidad se suma a la frecuente exaltación
(o justificación) de la violencia en la mayoría
de productos televisivos (norteamericanos sobre
todo), la cual tampoco es ajena a nuestra
estructura económica. Es cierto que a veces un
mínimo de violencia puede ser necesario para
defensa propia o de los derechos de los débiles.
Sin embargo toda esta es una violencia contra
los débiles. Imaginemos que cada una de las
autonomías o de las provincias españolas tuviera
su propio ejército: además del derroche que esto
supondría en el presupuesto nacional, estaríamos
constantemente destrozándonos en guerras (de
Madrid contra Barcelona, o de la Vall d'Arán
contra Barcelona, o de Vizcaya contra Guipúzcoa,
etc.). Pues bien: una irracionalidad semejante
es la que tiene lugar a nivel mundial, desde que
el mundo se ha convertido en una "aldea global".
Todavía estamos a años-luz, pero es ya muy
urgente que todas las posibilidades bélicas
queden reservadas a la autoridad mundial de las
Naciones Unidas (lo que implicará una profunda
reforma de su estructura para que no sean
juguete de los países poderosos), de manera que
lleguen a desaparecer todos los ejércitos, salvo
el de la ONU. Sin esto, que no nos hablen de
"aldea global".
En este
contexto de degradación ha nacido la insumisión
El insumiso quiere ir
más adelante "tirando de la sociedad" de manera
no violenta hacia la opción por la paz. Por ello
se niega no sólo al servicio militar sino a la
prestación sustitutoria: no por ganas de
ahorrarse un servicio social, sino porque
considera que esa prestación sustitutoria acaba
confirmando la legitimidad del militarismo. Éste
es el contexto indispensable para entender -y
apoyar- el fenómeno de la insumisión.
Aunque bastantes hayan
podido abusar de la insumisión, y desacreditarla
así, facilitando el que otros no la comprendan,
ésta no es necesariamente un acto de
insolidaridad con la sociedad, ni de rebeldía
adolescente. Puede ser de una radicalidad
limpiamente evangélica cuando el insumiso es de
veras un insumiso "de conciencia". Este insumiso
asume, en el fondo de su conciencia, que su
"prestación social" a la comunidad, sea
precisamente la cárcel ((Este capítulo se
redactó antes de la aprobación del nuevo Código
penal, donde la pena de cárcel se substituye por
10 años de inhabilitación. Si en ello se puede
ver un reconocimiento tácito de la ética de la
insubmisión, no cambia las razones de fondo que
expone el capítulo.)). Podrá ocurrir que escape
de ésta por decisión particular de un juez (o
porque la solidaridad de muchos acaba asustando
a los poderes públicos que siempre temen la
alarma). Pero él sabe que tiene la ley en contra
y asume el castigo legal porque profesa que "es
preciso obedecer a Dios antes que a los hombres"
(Hchs 4,19) o que la conciencia es el ámbito más
sagrado de la persona. Esta forma de prestación
es muy dura pero se la elige como la única que
puede sacudir y hacer pensar a esta sociedad
dormida.
El insumiso tampoco es
un soñador utópico sino un realista que percibe
mucho mejor que nosotros la gravedad de nuestra
situación. Lo que diferenciaba a Oskar Schindler
del resto de la sociedad alemana no fue que era
un soñador, sino que era mucho más consciente de
la maldad del sistema y de la imposibilidad de
acabar rápidamente con él; pero no por eso se
creyó dispensado de hacer lo que estaba en su
mano, como un pequeño anillo para transmitir la
cadena de la paz hasta el futuro.
El insumiso tampoco es
un rebelde arbitrario. Hace años -y entonces con
gran mérito y riesgo, y desacreditados por las
voces oficiales- aparecieron los objetores de
conciencia. Quizá sea bueno evocar nombres como
el de José Luis Beunza y otros, cuyos años de
cárcel acabaron fructificando en el
reconocimiento legal de la objeción de
conciencia. Hoy la objeción de conciencia quizá
se ha banalizado como una forma "cómoda" de
hacer la mili que, no obstante y debido a su
multiplicación, ha obtenido éxitos inesperados,
como el reciente decreto-ley que racionaliza el
servicio militar. Pero el insumiso no apunta
solamente a una racionalización de la mili, o a
una protección de su conciencia personal.
Aspira a un profundo cambio de todo el sistema
que lleve a la desaparición de los ejércitos (no
a su mera profesionalización): su batalla puede
parecerse a la de David contra Goliat; pero sólo
si la humanidad vence esa batalla tiene
garantizada su supervivencia como género
humano. Ante la gravedad de la amenaza y lo
irresponsable de nuestra pasividad, el insumiso
se siente obligado a hacer lo poco que está en
sus manos, por inútil y arriesgado que parezca.
Nosotros
podemos ayudar a los insumisos: para empezar,
con el boicot a todo espectáculo que glorifique,
justifique o exhiba obscenamente la violencia.
Además por medio de la objeción fiscal, de la
que se habla en otras páginas de este Cuaderno
(pensemos lo que ocurriría en nuestro país si,
al menos, todos los cristianos que
pueden, hicieran objeción fiscal).
15. CUANTAS
MAS ARMAS... MENOS SEGUROS
Es innegable que la
seguridad es una necesidad humana básica. El ser
humano necesita seguridad. "La seguridad - se
dice- exige capacidad de defensa. La defensa la
realizan los ejércitos. Los ejércitos son
fuerzas armadas. Cuántas más y mejores armas
posean más garantizada está nuestra defensa y
nuestra seguridad. La seguridad se basa en la
cantidad y calidad de las armas". Así se reduce
la seguridad a un componente militar y,
justificadas las armas para la defensa, comienza
la carrera de armamentos, el armamentismo, el
gran negocio de la industria y del comercio de
armas.
Después de la euforia
del final de la Guerra Fría, la ONU ha
constatado el fracaso de esta mentalidad
armamentista: mientras que países de todo el
mundo gastan miles de millones de dólares en
armamentos para asegurar su territorio, la
seguridad de las personas y pueblos se
deteriora. El Informe 1994 del PNUD calcula que
en los países en desarrollo el riesgo de morir
como consecuencia del abandono social
(desnutrición y enfermedades fácilmente
prevenibles) es 33 veces superior a la
posibilidad de ser matados como consecuencia de
una agresión exterior. Por eso el Informe
considera como gran reto para el siglo XXI
superar el concepto estrecho de seguridad
territorial y militar y hacer nuestro el
nuevo concepto de seguridad humana.
Que el armamentismo era
una falsa traducción de la necesidad de
seguridad, se puede comprobar al ver sus
consecuencias. Esquemáticamente podemos hablar
de un impacto cultural, un impacto social y un
impacto bélico.
1. Impacto
cultural
Tras la estrategia
armamentista se consolida una cultura armada que
produce un profundo deterioro psicológico y
ético. Psicológico, porque su clave es el
equilibrio del terror. Esta atmósfera es poco
propicia para el bienestar psicológico y no
ataca las causas de los conflictos. ¿Puede ser
el miedo camino hacia la paz? ¿No debería ser la
pregunta más bien: cómo puedo quitarle el miedo
al otro que tiene tanto miedo de mí como yo de
él? Aparece la psicosis poco sana de que nunca
se está suficientemente seguro. Y deterioro
ético, porque en lugar de la ética de la
solidaridad capaz de realizar la comunidad,
emerge una ética maniquea. Es bueno todo lo que
daña al adversario y malo todo lo que le
aprovecha.
2. Impacto
social
Ya hace treinta años
dijo el Vaticano II: "La carrera de armamentos
es la plaga más grave de la humanidad y
perjudica a los pobres de manera intolerable"
(GS 81). Juan Pablo II (29 junio 1995) denunció
la responsabilidad de los países vendedores de
armas porque "colocan a esos países (pobres) en
una situación de superendeudamiento, en lugar de
ayudarles a utilizar sus recursos propios y las
ayudas internacionales para la promoción de las
personas". El Presidente Eisenhower, muy lúcido
al final de su vida, decía: "Cada arma de fuego
que se fabrica, cada navío de guerra que se
bota, cada misil que se lanza, significa en
último término un robo contra quienes
padecen hambre y a los que no damos de comer,
contra quienes padecen frío y a los que no damos
con qué vestirse. Este mundo en armas no
solamente está gastando dinero; también está
gastando el sudor de sus obreros, el genio de
sus científicos y las esperanzas de sus hijos".
La fabricación y
almacenamiento de armas ha producido ya de
hecho tantas víctimas como su hipotético
uso, al detraer para gastos militares recursos
financieros, técnicos y humanos que serían
necesarios para el desarrollo social de los
pueblos. Es absurdo tener que morir (de hambre,
de enfermedad prevenible, etc.) para liberar
recursos que supuestamente evitan que nos maten.
Los mayores retos para la seguridad no son
militares.
3. Impacto
bélico
La industria y comercio
de armamentos ha llegado a convertirse en uno de
los negocios más pingües de este siglo. Primero
se justifica éticamente la fabricación de armas
por la legítima defensa, pero una vez creada la
industria se rige por la lógica capitalista de
la obtención del máximo beneficio a través de
nuevos mercados. Los mercados para esta
industria son evidentemente las guerras, fuera
de las propias fronteras. Así se han ido
incrementando las guerras periféricas. Johan
Galtung ha demostrado documentalmente,
analizando las confrontaciones desde 1820, la
relación entre acumulación de armamentos y
guerra. Y las organizaciones humanitarias que
han acudido a prestar ayuda recientemente en
otros enfrentamientos han quedado sorprendidas
por la impresionante venta de armas (muchas
veces de su propio país) que había precedido a
la guerra. La gran paradoja es que no sólo hay
inversiones militares que impiden la ayuda al
desarrollo, sino que muchas veces los fondos de
ayuda al desarrollo son utilizados para
financiar transacciones de armas.
La Biblia presenta como
voluntad de Dios el "convertir las lanzas en
arados" (Is 2,4). ¿Podemos hacer algo en esta
situación tan diabólica?
a) No simplificar
Dada la importancia de
la seguridad, el tema del armamentismo no
permite la simplificación y nos exige un
esfuerzo de información y reflexión. Existe un
debate pendiente sobre la seguridad, debate
complejo y difícil. Un meritorio pacifismo
desapareció tras perder el referéndum de la
OTAN, por haberse centrado demasiado en él; y al
revés: un generoso movimiento para el 0,7%
acertó a tiempo a superar una reivindicación
puramente cuantitativa proponiendo además un
cambio cualitativo en la orientación de la ayuda
al desarrollo. Por ello hay que evitar centrar
el tema del militarismo exclusivamente en el
apoyo a objetores o insumisos, por más que hayan
tenido el mérito de remover la opinión pública.
Además hay que debatir qué seguridad queremos, y
si hemos conocido alguna guerra concreta
razonable. Dicho esto, podemos elegir algún tema
concreto que asumir para nuestra acción.
Proponemos tres campañas en curso que podemos
apoyar.
b) Ensayos nucleares
no, gracias
El fin de la Guerra
Fría nos ha hecho bajar ingenuamente la guardia
ante el peligro de los ingenios nucleares. En la
Conferencia para la Extensión del Tratado de No
Proliferación Nuclear (TNP) que tuvo lugar en
Nueva York en mayo de 1995 se decidió la
prórroga indefinida del Tratado. Hubo una agria
polémica entre las potencias occidentales y los
países en desarrollo, porque pensaban éstos que
daban un cheque en blanco a los grandes sin
posibilidad de presionarles. Por eso, en la
prórroga indefinida del Tratado, los países no
nucleares se comprometieron a no cambiar su
situación, pero las potencias nucleares
adquirieron el compromiso de caminar hacia la
desnuclearización total. Pues bien, es un
cruel cinismo que, al mes de arrancada la firma,
Francia anuncie la reanudación de ensayos
nucleares en el Pacífico. Como símbolo, es un
desprecio a los países no nucleares. Y su
importancia práctica es enorme: los ensayos
nucleares son la clave para avanzar o retroceder
en la desnuclearización. Es más importante
protestar contra los ensayos nucleares y
conseguir su prohibición, que gastar la pólvora
contra las armas nucleares.
Para protestar contra los
ensayos nucleares, escribe a la Embajada de
Francia (Salustiano Olázaga 9, 28001 Madrid)
respetuosa pero enérgicamente. Y apoya a
Greenpeace en su campaña (Rodríguez de San Pedro
58, 28015 Madrid, tel: 543 99 00 / Pelai, 32,
08001 Barcelona, tel: 318 77 49). Además de
preguntarte si merece tu voto un político que se
las da izquierdas, y califica estas protestas
como "reaciones emocionales".
c) Hay que prohibir las
minas
Existen más de 200
millones de minas antipersonales en el mundo y
110 millones están ya plantadas y listas para
explotar. Las minas están pensadas para masacrar
a la persona sin matarla (porque está probado
que desanima mucho más un compañero mutilado
brutalmente que muerto). Van sembrando el
planeta (Yugoslavia, Camboya, Afganistán, varios
países africanos...) y sus amenazas son casi
perpetuas porque, mientras cada mina vale unos
tres dólares, su neutralización cuesta casi 1000
dólares y un promedio de una víctima por cada
5000 minas neutralizadas. Constituyen una
auténtica pesadilla, porque permanecen activas
muchos años después de acabado el conflicto.
Siguen produciendo cerca de 1400 muertos y 800
mutilados al mes. Los países que han alcanzado
dolorosamente la paz ven cómo los refugiados no
pueden regresar sin grave peligro, cómo es muy
difícil reconstruir las vías de comunicación, la
industria y la agricultura, cómo se hace
imposible hasta convocar elecciones
democráticas. El 50% de los muertos y de los
mutilados son niños. Son muy pequeñas, sí. Pero
tan crueles, indiscriminadas y duraderas que el
Secretariado General de Naciones Unidas ha
pedido que se les declare "armas de destrucción
masiva" (como las nucleares, químicas y
bacteriológicas) y que se las prohiba.
Ocho ONG en España han
comenzado una campaña para que nuestro país
prohiba la fabricación y exportación de minas
antipersonales, y para que la opinión pública
presione intentando conseguir la prohibición
total de las minas en el mundo. Ponte en
contacto con cualquiera: Servicio Jesuita al
Refugiado, Intermón, Greenpeace, Unicef, Médicos
sin Fronteras, Acadica, Manos Unidas o Cear.
d) Algunos secretos
matan
Muchas organizaciones
humanitarias han topado con un comercio de armas
muy activo y descontrolado. Pero ¿cómo puede
existir control sobre el negocio de las armas si
está rodeado de un gran secretismo? España no es
ajena al comercio de armas; y no existe ni
transparencia ni control parlamentario. Las
actas de la Junta Interministerial que se ocupa
de aprobar las exportaciones de armas son
secretas. ¿Podemos en una democracia sentirnos
excluidos de un tema en el que España adquiere
una responsabilidad moral tan seria?
Si te parece injusto que
se te oculte algo tan importante, ponte en
contacto con: Amnistía Internacional (Gran Vía
6, 28013 Madrid, tel.: 531 25 09), Greenpeace
(ver supra) y Médicos sin Fronteras (Nou de la
Rambla 26, 08001 Barcelona. tel.: 304 61 00).
Eso sí, seamos
coherentes. Al mismo tiempo que nos enrolamos en
alguna acción directa contra el armamentismo,
hagamos autocrítica y veamos si nuestra vida
cotidiana no está también "armada": la familia,
el trabajo, el tráfico, nuestras diversiones y
espectáculos, el deporte...
CONCLUSIÓN
Los capítulos
anteriores no son leyes o normas, sino caminos.
Cada cual ha de saber abrirse al Espíritu para
encontrar la voluntad de Dios sobre él.
Procurando no mirar los malos ejemplos de otro
como excusa, sino más bien los buenos como
estímulo. Con todo, quizá convenga una triple
aclaración antes de concluir.
Este Cuaderno va
dirigido expresamente a los cristianos. No
porque pretenda excluir a mucha gente de buena
voluntad, que aventaja a los cristianos en amor
a la justicia y solidaridad. Sino porque cree
que a los cristianos hay que exigirles más, y
en primer lugar. Pero cuantas más gentes
amparasen este tipo de prácticas más posible
sería una sociedad alternativa: justa, fraterna
y libre.
Muchas de las prácticas
sugeridas no son exclusivamente individuales, lo
cual es lógico en todo impulso del Espíritu.
Todas las diversas agrupaciones de creyentes
(comunidades, movimientos, grupos de
matrimonios, de jóvenes, parroquiales etc.)
habrían de proponerse una elección conjunta de
prácticas como las que aquí se sugieren o de
otras afines.
Santo Tomás escribió
que "por el pecado original han quedado
infectadas muchas zonas del alma" (I.II, 82, 2,
ad 1). Una de esas zonas minusválidas del alma
humana es hoy nuestro sentido social. Pero éste
tampoco puede ser recuperado por decreto ni a la
fuerza. Exige lo que hoy suele calificarse de
"ejercicios de rehabilitación" o de fisioterapia
espiritual. Es sabido que tales ejercicios se
recomienda practicarlos mientras no se sienta
demasiado dolor en la zona afectada, porque ello
podría ser peligroso. Es más importante la
constancia esforzándose pero sin
forzar. Una consideración semejante podría
valer para las prácticas que aquí se sugieren.
Y queda todavía una
larga lista de otras sugerencias que quizá algún
día continuaremos:
- Visitar cárceles
(y quizá recibir algún fin de semana en casa
a un preso de régimen abierto cuyo domicilio
está lejos de nuestra ciudad).
- Ser generosos con
el propio cuerpo (donar sangre o algunos
órganos -riñones, médula osea... -y donarlo
luego de morir para trasplantes o autopsias.
- Dedicar uno o dos
años de la propia vida a algún servicio en
el Tercer Mundo, cuando esto nos sea
posible.
-No rehuir la
información alegando que para qué, si no
podemos hacer nada...
- Sumarse a las
campañas de Amnistía Internacional e
instituciones similares cuando proponen
protestas masivas (p.e. escribiendo cartas)
contra injusticias concretas de todo el
mundo.
- Pasear a menudo y
detenidamente por barrios depauperados de la
propia ciudad. Y, ojalá, encontremos alguna
institución donde poder ofrecer algunas
horas de voluntariado social.
- Conectar con las
demandas de colaboración que hace Cáritas,
Intermón, Setem, Médicos sin fronteras, etc.
- Especial atención
a los ancianos, visitar la soledad de
tantos, perder horas.
- Hay muchas
cooperativas de autoocupación creadas por
antiguos parados. No les es fácil al
principio salir adelante. Procurar ser
clientes.
- Comprar el
periódico La Farola (que venden por
las calles personas con dificultades de
marginación social) leerlo... y dejarse
impactar..., y si es posible conversar ni
que sea un momento con el vendedor.
- Ofrecerse al
asistente social de la parroquia aunque sea
para pequeñas tareas sociales: visitas a
domicilios, acompañar para hacer gestiones
burocráticas...
- Etc. etc. Si se
lee este documento en grupo sería bueno que
hiciésemos surgir la creatividad y ampliar
la lista de manera personal... Y escoger del
gran listado algunos pequeños gestos y
realizarlos.
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