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| La predicación de Juan Bautista |
| 3:1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
3:2 «Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca.»
3:3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos.
3:4 Tenía Juan su vestido de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre.
3:5 A él acudían entonces de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán,
3:6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
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1:1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
1:2 Conforme está escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
1:3 Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
1:4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
1:5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
1:6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
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3:1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene;
3:2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3:3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
3:4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas;
3:5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.
3:6 Y todos verán la salvación de Dios.
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| El Bautista y los Fariseos |
| 3:7 Pero viendo él que muchos fariseos y saduceos venían al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira que viene?
3:8 Dad, pues, frutos de arrepentimiento,
3:9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
3:10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
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3:7 Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?
3:8 Dad, pues, frutos dignos de conversión, y no andéis diciendo en vuestro interior: "Tenemos por padre a Abraham"; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
3:9 Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.»
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| El Bautista y el pueblo |
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3:10 La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?»
3:11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.»
3:12 Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?»
3:13 El les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.»
3:14 Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.»
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| Primer testimonio del Bautista |
| 3:11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevar sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
3:12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»
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1:7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.
1:8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
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3:15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo;
3:16 respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
3:17 En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»
3:18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
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| Bautismo de Jesús |
| 3:13 Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán a Juan, para ser bautizado por él.
3:14 Pero Juan quería impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?»
3:15 Jesús le respondió: «Deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó.
3:16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y he aquí que se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él.
3:17 Y una voz de los cielos decía: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco.»
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1:9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
1:10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él.
1:11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»
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3:21 Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo,
3:22 y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.»
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| Ayuno y tentaciones de Cristo |
| 4:1 En aquel tiempo Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
4:2 Y después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre.
4:3 Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
4:4 Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
4:5 Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,
4:6 y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»
4:7 Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.»
4:8 Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria,
4:9 y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»
4:10 Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»
4:11 Entonces el diablo le dejó. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.
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1:12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
1:13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.
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4:1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto,
4:2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.
4:3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.»
4:4 Jesús le respondió: «Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre.»
4:5 Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra;
4:6 y le dijo el diablo: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero.
4:7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.»
4:8 Jesús le respondió: «Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.»
4:9 Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo;
4:10 porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden.
4:11 Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»
4:12 Jesús le respondió: «Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios.»
4:13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
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| Juan Baustista da testimonio de Jesús |
| a. Segundo testimonio de Juan Bautista |
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1:19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?»
1:20 El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.»
1:21 Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
1:22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
1:23 Dijo él: «Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.»
1:24 Los enviados eran fariseos.
1:25 Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
1:26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis,
1:27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
1:28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
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| b. Tercer testimonio de Juan Bautista |
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1:29 Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
1:30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.
1:31 Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.»
1:32 Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
1:33 Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo."
1:34 Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»
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| Jesús llama a sus primeros discípulos |
| Llamado a Andrés y Juan |
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1:35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
1:36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.»
1:37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
1:38 Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?»
1:39 Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.
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| Llamado a Simón Pedro |
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1:40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.
1:41 Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» - que quiere decir, Cristo.
1:42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» - que quiere decir, "Piedra".
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| Llamado a Felipe y Natanael |
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1:43 Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme.»
1:44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.
1:45 Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»
1:46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»
1:47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
1:48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
1:49 Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
1:50 Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
1:51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
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| Las bodas de Caná |
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2:1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
2:2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
2:3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
2:4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
2:5 Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.»
2:6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
2:7 Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
2:8 «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron.
2:9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
2:10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
2:11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
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| Excursión a Cafarnaúm |
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2:12 Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
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| Primera Pascua en Jerusalén |
| Jesús expulsa a los mercaderes del templo |
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2:13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
2:14 Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
2:15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
2:16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
2:17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.
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| La primera disputa con los judíos |
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2:18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
2:19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
2:20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
2:21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
2:22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
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| Milagros y desconfianza |
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2:23 Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.
2:24 Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
2:25 y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.
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| El coloquio con Nicodemo |
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3:1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío.
3:2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.»
3:3 Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.»
3:4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?»
3:5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
3:6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.
3:7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto.
3:8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
3:9 Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?»
3:10 Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas?
3:11 «En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.
3:12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?
3:13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
3:14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre,
3:15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
3:16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
3:17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
3:18 El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
3:19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
3:20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.
3:21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»
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| Jesús crece y Juan Bautista mengua |
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3:22 Después de esto, se fue Jesús con sus discípulos al país de Judea; y allí se estaba con ellos y bautizaba.
3:23 Juan también estaba bautizando en Ainón, cerca de Salim, porque había allí mucha agua, y la gente acudía y se bautizaba.
3:24 Pues todavía Juan no había sido metido en la cárcel.
3:25 Se suscitó una discusión entre los discípulos de Juan y un judío acerca de la purificación.
3:26 Fueron, pues, donde Juan y le dijeron: «Rabbí, el que estaba contigo al otro lado del Jordán, aquel de quien diste testimonio, mira, está bautizando y todos se van a él.»
3:27 Juan respondió: «Nadie puede recibir nada si no se le ha dado del cielo.
3:28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: "Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él."
3:29 El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud.
3:30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
3:31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo,
3:32 da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta.
3:33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
3:34 Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida.
3:35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
3:36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.»
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