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| La tempestad en el lago |
| 8:18 Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.
8:23 Subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
8:24 De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido.
8:25 Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!»
8:26 Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
8:27 Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»
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4:35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla.»
4:36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.
4:37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.
4:38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
4:39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.
4:40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
4:41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?»
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8:22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra orilla del lago.» Y se hicieron a la mar.
8:23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro.
8:24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» El, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza.
8:25 Entonces les dijo: «¿Dónde está vuestra fe?» Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: «Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?»
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| El endemoniado de Gerasa |
| 8:28 Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino.
8:29 Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
8:30 Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo.
8:31 Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.»
8:32 El les dijo: «Id.» Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas.
8:33 Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados.
8:34 Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término.
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5:1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
5:2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
5:3 que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas,
5:4 pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle.
5:5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
5:6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él
5:7 y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.»
5:8 Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
5:9 Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.»
5:10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
5:11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;
5:12 y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
5:13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara - unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
5:14 Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido.
5:15 Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor.
5:16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
5:17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
5:18 Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con él.
5:19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti.»
5:20 El se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
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8:26 Arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea.
8:27 Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.
8:28 Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.»
8:29 Es que él había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.
8:30 Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque habían entrado en él muchos demonios.
8:31 Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
8:32 Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió.
8:33 Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos; y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.
8:34 Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas.
8:35 Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor.
8:36 Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
8:37 Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. El, subiendo a la barca, regresó.
8:38 El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con él; pero le despidió, diciendo:
8:39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.» Y fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.
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| Resurrección de la hija de Jairo y curación de la hemorroísa que toca su manto |
| 9:18 Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.»
9:19 Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
9:20 En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto.
9:21 Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.»
9:22 Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde aquel momento.
9:23 Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando,
9:24 decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida.» Y se burlaban de él.
9:25 Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó.
9:26 Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
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5:21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar.
5:22 Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies,
5:23 y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»
5:24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.
5:25 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años,
5:26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor,
5:27 habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
5:28 Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.»
5:29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
5:30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?»
5:31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
5:32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
5:33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
5:34 El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»
5:35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?»
5:36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.»
5:37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
5:38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.
5:39 Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.»
5:40 Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña.
5:41 Y tomando la mano de la niña, le dice: « Talitá kum », que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.»
5:42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor.
5:43 Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.
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8:40 Cuando regresó Jesús, le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando.
8:41 Y he aquí que llegó un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa,
8:42 porque tenía una sola hija, de unos doce años, que estaba muriéndose. Mientras iba, las gentes le ahogaban.
8:43 Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que no había podido ser curada por nadie,
8:44 se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al punto se le paró el flujo de sangre.
8:45 Jesús dijo: «¿Quién me ha tocado?» Como todos negasen, dijo Pedro: «Maestro, las gentes te aprietan y te oprimen.»
8:46 Pero Jesús dijo: «Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí.»
8:47 Viéndose descubierta la mujer, se acercó temblorosa, y postrándose ante él, contó delante de todo el pueblo por qué razón le había tocado, y cómo al punto había sido curada.
8:48 El le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.»
8:49 Estaba todavía hablando, cuando uno de casa del jefe de la sinagoga llega diciendo: «Tu hija está muerta. No molestes ya al Maestro.»
8:50 Jesús, que lo oyó, le dijo: «No temas; solamente ten fe y se salvará.»
8:51 Al llegar a la casa, no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre de la niña.
8:52 Todos la lloraban y se lamentaban, pero él dijo: «No lloréis, no ha muerto; está dormida.»
8:53 Y se burlaban de él, pues sabían que estaba muerta.
8:54 El, tomándola de la mano, dijo en voz alta: «Niña, levántate.»
8:55 Retornó el espíritu a ella, y al punto se levantó; y él mandó que le dieran a ella de comer.
8:56 Sus padres quedaron estupefactos, y él les ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.
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| Jesús rechazado en Nazareth |
| 13:53 Y sucedió que, cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.
13:54 Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?
13:55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
13:56 Y sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»
13:57 Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio.»
13:58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
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6:1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.
6:2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?
6:3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
6:4 Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio.»
6:5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.
6:6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.
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| Envío de los discípulos: |
| a. "La mies es grande y los obreros pocos" |
| 9:35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia.
9:36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.
9:37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos.
9:38 Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
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| b. Modo del anuncio evangélico : "No toméis nada para el camino..." |
| 10:5 A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos;
10:6 dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
10:7 Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
10:8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
10:9 No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas;
10:10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.
10:11 «En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis.
10:12 Al entrar en la casa, saludadla.
10:13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.
10:14 Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies.
10:15 Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.
10:16 «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas.
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6:7 Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
6:8 Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
6:9 sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.»
6:10 Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí.
6:11 Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos.»
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9:1 Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades;
9:2 y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
9:3 Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno.
9:4 Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí.
9:5 En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.»
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| Jesús y los discípulos salen a predicar |
| 11:1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
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6:12 Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
6:13 expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
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9:6 Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
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| El degüello del Bautista: Herodes y la hija de Herodías |
| 14:3 Es que Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo.
14:4 Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
14:5 Y aunque quería matarle, temió a la gente, porque le tenían por profeta.
14:6 Mas llegado el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de todos gustando tanto a Herodes,
14:7 que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese.
14:8 Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
14:9 Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese,
14:10 y envió a decapitar a Juan en la cárcel.
14:11 Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre.
14:12 Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.
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6:17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
6:18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
6:19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
6:20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
6:21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.
6:22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.»
6:23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»
6:24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»
6:25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.»
6:26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales.
6:27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel
6:28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre.
6:29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
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3:19 Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por él a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a causa de todas las malas acciones que había hecho,
3:20 añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel.
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| Superstición de Herodes |
| 14:1 En aquel tiempo se enteró el tetrarca Herodes de la fama de Jesús,
14:2 y dijo a sus criados: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
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6:14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre. Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
6:15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
6:16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
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9:7 Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos;
9:8 otros, que Elías se había aparecido; y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado.
9:9 Herodes dijo: «A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?» Y buscaba verle.
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| Retorno de los Apóstoles y retiro a Betsaida |
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6:30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.
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9:10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Betsaida.
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| Primera multiplicación de los panes |
| 14:13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
14:14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
14:15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
14:16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»
14:17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
14:18 El dijo: «Traédmelos acá.»
14:19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
14:20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
14:21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.
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6:31 El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer.
6:32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.
6:33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.
6:34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
6:35 Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada.
6:36 Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a comprarse de comer.»
6:37 El les contestó: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
6:38 El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces.»
6:39 Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba.
6:40 Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
6:41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los dos peces.
6:42 Comieron todos y se saciaron.
6:43 Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces.
6:44 Los que comieron los panes fueron 5.000 hombres.
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9:11 Pero las gentes lo supieron, y le siguieron; y él, acogiéndolas, les hablaba acerca del Reino de Dios, y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.
9:12 Pero el día había comenzado a declinar, y acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado.»
9:13 El les dijo: «Dadles vosotros de comer.» Pero ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
9:14 Pues había como 5.000 hombres. El dijo a sus discípulos: «Haced que se acomoden por grupos de unos cincuenta.»
9:15 Lo hicieron así, e hicieron acomodarse a todos.
9:16 Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente.
9:17 Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
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6:1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades,
6:2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.
6:3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.
6:4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
6:5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?»
6:6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
6:7 Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»
6:8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro:
6:9 «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»
6:10 Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.
6:11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.
6:12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.»
6:13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.
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| Jesús huye de la multitud. Caminata sobre las aguas |
| 14:22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
14:23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.
14:24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
14:25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando sobre el mar.
14:26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.
14:27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no temáis.»
14:28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.»
14:29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús.
14:30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
14:31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
14:32 Subieron a la barca y amainó el viento.
14:33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»
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6:45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente.
6:46 Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.
6:47 Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.
6:48 Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo.
6:49 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
6:50 pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis.»
6:51 Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y quedaron en su interior completamente estupefactos,
6:52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada.
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6:14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.»
6:15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo.
6:16 Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar,
6:17 y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos;
6:18 soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse.
6:19 Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.
6:20 Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis.»
6:21 Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.
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| Curaciones en Genesareth |
| 14:34 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.
14:35 Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos.
14:36 Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.
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6:53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
6:54 Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
6:55 recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba.
6:56 Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.
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| La promesa de la Eucaristía: |
| a. Buscar el alimento eterno |
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6:22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos.
6:23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan.
6:24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
6:25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?»
6:26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
6:27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»
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| b. Jesús, el pan bajado del cielo |
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6:28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»
6:29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.»
6:30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
6:31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer.»
6:32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo;
6:33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.»
6:34 Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.»
6:35 Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.
6:36 Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis.
6:37 Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera;
6:38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
6:39 Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día.
6:40 Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.»
6:41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.»
6:42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?»
6:43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros.
6:44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.
6:45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
6:46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.
6:47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.
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| c."Mi carne es la verdadera comida y mi sangre la verdadera bebida" |
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6:48 Yo soy el pan de la vida.
6:49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
6:50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
6:51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
6:52 Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
6:53 Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
6:54 El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
6:55 Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
6:56 El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
6:57 Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
6:58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre.»
6:59 Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
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| d. Escándalo de fariseos y discípulos "Duro es este lenguaje..." |
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6:60 Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
6:61 Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
6:62 ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
6:63 «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.
6:64 «Pero hay entre vosotros algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
6:65 Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.»
6:66 Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con él.
6:67 Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
6:68 Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿donde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna,
6:69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»
6:70 Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.»
6:71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.
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| Tercera Pascua: Jesús permanece en Galilea |
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7:1 Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle.
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| Jesús critica a los fariseos |
| a. A los fariseos |
| 15:1 Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen:
15:2 «¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer.»
15:3 El les respondió: «Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
15:4 Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte.
15:5 Pero vosotros decís: El que diga a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda es ofrenda",
15:6 ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición.
15:7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:
15:8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
15:9 En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.»
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7:1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.
7:2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,
7:3 - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos,
7:4 y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas -.
7:5 Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?»
7:6 El les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
7:7 En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.
7:8 Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.»
7:9 Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!
7:10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte. Pero vosotros decís:
7:11 Si uno dice a su padre o a su madre: "Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro Korbán - es decir: ofrenda -",
7:12 ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre,
7:13 anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas.»
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| b. Al pueblo |
| 15:10 Luego llamó a la gente y les dijo: «Oíd y entended.
15:11 No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.»
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7:14 Llamó otra vez a la gente y les dijo: «Oídme todos y entended.
7:15 Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
7:16 Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
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| c. A los discípulos: "Ciegos guías de ciegos" |
| 15:12 Entonces se acercan los discípulos y le dicen: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?»
15:13 El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre del cielo será arrancada de raíz.
15:14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
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| "Lo que sale de adentro es lo que mancha al hombre" |
| 15:15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: «Explícanos la parábola.»
15:16 El dijo: «¿También vosotros estáis todavía sin inteligencia?
15:17 ¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?
15:18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.
15:19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.
15:20 Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.»
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7:17 Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola.
7:18 El les dijo: «¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle,
7:19 pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?» - así declaraba puros todos los alimentos -.
7:20 Y decía: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre.
7:21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos,
7:22 adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez.
7:23 Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.»
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