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| Segunda pascua en Jerusalén |
| Curación del paralítico en Sábado |
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5:1 Después de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
5:2 Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene cinco pórticos.
5:3 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua.
5:4 Porque el Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que tuviera.
5:5 Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
5:6 Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?»
5:7 Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo.»
5:8 Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda.»
5:9 Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar. Pero era sábado aquel día.
5:10 Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla.»
5:11 El le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda.»
5:12 Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?»
5:13 Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar.
5:14 Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor.»
5:15 El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
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| La resurrección. Jesús Juez |
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5:16 Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
5:17 Pero Jesús les replicó: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo.»
5:18 Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.
5:19 Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo.
5:20 Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis.
5:21 Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere.
5:22 Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo,
5:23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado.
5:24 En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
5:25 En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.
5:26 Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo,
5:27 y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre.
5:28 No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz
5:29 y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio.
5:30 Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
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| El testimonio del Padre |
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5:31 «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido.
5:32 Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí.
5:33 Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad.
5:34 No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis.
5:35 El era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.
5:36 Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado.
5:37 Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro,
5:38 ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha enviado.
5:39 «Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí;
5:40 y vosotros no queréis venir a mí para tener vida.
5:41 La gloria no la recibo de los hombres.
5:42 Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.
5:43 Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis.
5:44 ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios?
5:45 No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza.
5:46 Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí.
5:47 Pero si no creéis en sus escritos, cómo vais a creer en mis palabras?»
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| De vuelta a Galilea: Espigando en Sábado |
| 12:1 En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas.
12:2 Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.»
12:3 Pero él les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
12:4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?
12:5 ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa?
12:6 Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo.
12:7 Si hubieseis comprendido lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que no tienen culpa.
12:8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»
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2:23 Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas.
2:24 Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
2:25 El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre,
2:26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»
2:27 Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado.
2:28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»
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6:1 Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos.
6:2 Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?»
6:3 Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban,
6:4 cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?»
6:5 Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado.»
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| Curación de un manco |
| 12:9 Pasó de allí y se fue a la sinagoga de ellos.
12:10 Había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le preguntaron si era lícito curar en sábado, para poder acusarle.
12:11 El les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca?
12:12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado.»
12:13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió, y quedó restablecida, sana como la otra.
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3:1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
3:2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
3:3 Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»
3:4 Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?» Pero ellos callaban.
3:5 Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.» El la extendió y quedó restablecida su mano.
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6:6 Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
6:7 Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle.
6:8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» El, levantándose, se puso allí.
6:9 Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.»
6:10 Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» El lo hizo, y quedó restablecida su mano.
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| Los fariseos deciden matarlo |
| 12:14 Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para ver cómo eliminarle.
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3:6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.
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6:11 Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
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| La profecía de Isaías: "Mi Siervo no disputará ni gritará..." |
| 12:15 Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos.
12:16 Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran;
12:17 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
12:18 He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará el juicio a las naciones.
12:19 No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz.
12:20 La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio:
12:21 en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
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| Curaciones, expulsión de demonios y entusiasmo del pueblo |
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3:7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea,
3:8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a él.
3:9 Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran.
3:10 Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle.
3:11 Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
3:12 Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
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6:17 Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
6:18 que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados.
6:19 Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
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| Elección de los doce apóstoles |
| 10:1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
10:2 Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;
10:3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;
10:4 Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó.
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3:13 Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.
3:14 Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
3:15 con poder de expulsar los demonios.
3:16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;
3:17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno;
3:18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo
3:19 y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
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6:12 Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios.
6:13 Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
6:14 A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé,
6:15 a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes;
6:16 a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
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| Sermón de la montaña |
| Las Bienaventuranzas |
| 5:1 Viendo la multitud, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
5:2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
5:3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
5:4 Bienaventurados los mansos, porque poseerán en herencia la tierra.
5:5 Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados.
5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán saciados.
5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
5:8 Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios.
5:9 Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.
5:10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
5:11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
5:12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas antes de vosotros.
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6:20 Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
6:21 Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.
6:22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.
6:23 Alegráos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.
6:24 «Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo.
6:25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto.
6:26 ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas.
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| Vocación apostólica: la sal |
| 5:13 «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal pierde su sabro, ¿con qué se la salará? Para nada sirve ya, sino para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
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9:50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»
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14:34 «Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará?
14:35 No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
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| Vocación apostólica: la luz |
| 5:14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
5:15 Ni tampoco se enciende una lámpara y se pone debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
5:16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
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| La ley antigua y la ley nueva |
| a. Cumplimiento de la ley antigua. "El cielo y la tierra pasarán..." |
| 5:17 «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
5:18 En verdad os digo: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo se cumpla.
5:19 Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
5:20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
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16:16 «La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos se esfuerzan con violencia por entrar en él.
16:17 «Más fácil es que el cielo y la tierra pasen, que no que caiga un ápice de la Ley.
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| b. Reconciliación: "Ponte en paz con tu enemigo" |
| 5:21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y el que mate será reo ante el tribunal.
5:22 Pues yo os digo: Todo aquel que se irrita contra su hermano, será reo ante el tribunal; el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.
5:23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
5:24 deja tu ofrenda allí delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.
5:25 Ponte enseguida en paz con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te pongan en la cárcel.
5:26 En verdad te digo, que no saldrás de allí sin que hayas pagado hasta el último centavo.
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| c. Adulterio en el corazón. "Si tu ojo te es ocasión de pecado..." |
| 5:27 «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
5:28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
5:29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
5:30 Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.
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| d. Divorcio |
| 5:31 «También se dijo: El que repudie a su mujer, le dará acta de repudio.
5:32 Pues yo os digo: El que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que toma a una mujer repudiada, comete adulterio.
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| e. Juramentos "Sí, sí. No, no" |
| 5:33 «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
5:34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios,
5:35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
5:36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
5:37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
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| f. Amor al enemigo "La otra mejilla" |
| 5:38 «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
5:39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra:
5:40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
5:41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
5:42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
5:43 «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
5:44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
5:46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
5:47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
5:48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo.
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6:27 «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,
6:28 bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen.
6:29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
6:30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
6:32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman.
6:33 Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
6:34 Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
6:35 Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos.
6:36 «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.
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| La pureza por las buenas obras |
| a. Cómo dar limosna "Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha" |
| 6:1 «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre del cielo.
6:2 Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas proclamando como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
6:3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
6:4 así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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| b. Cómo orar bien "En lo secreto" |
| 6:5 «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
6:6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
6:7 Y al orar, no habléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
6:8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
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| c. El Padrenuestro |
| 6:9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
6:10 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
6:11 Nuestro pan cotidiano dánoslo hoy;
6:12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
6:13 y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
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11:1 Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»
11:2 El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
11:3 danos cada día nuestro pan cotidiano,
11:4 y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»
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| d. Perdonar |
| 6:14 «Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre del cielo;
6:15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
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| e. Ayunar sin ostentación |
| 6:16 «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.
6:17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
6:18 para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
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| La solicitud terrena |
| a. Los tesoros del cielo "Donde esté tu tesoro estará tu corazón" |
| 6:19 «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
6:20 Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.
6:21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
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| b. La intención pura "Si tu ojo está limpio..." |
| 6:22 «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;
6:23 pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!
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| c. Los dos señores "No se puede servir a Dios y a las riquezas" |
| 6:24 Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
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16:13 «Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.»
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| d. No preocuparse por el mañana: Los lirios del campo y las aves del cielo |
| 6:25 «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
6:26 Mirad los pájaros del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre del cielo los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos?
6:27 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
6:28 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan;
6:29 pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
6:30 Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
6:31 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
6:32 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
6:33 Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
6:34 Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. A cada día le basta su propio afán.
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| Consejos de Cristo: |
| a. Contra el juicio temerario: La paja en el ojo ajeno |
| 7:1 «No juzguéis, para que no seáis juzgados.
7:2 Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
7:3 ¿Cómo es que ves la paja que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
7:4 ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la paja del ojo", teniendo una viga en el tuyo?
7:5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la paja del ojo de tu hermano.
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6:37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
6:38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»
6:39 Les añadió una parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
6:40 No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro.
6:41 ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?
6:42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
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| b. Contra el celo imprudente: No arrojar perlas a los cerdos |
| 7:6 «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
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| c. Contra la mala oración "Buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá" |
| 7:7 «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
7:8 Porque todo el que pide recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
7:9 ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra;
7:10 o si le pide un pez, le dé una culebra?
7:11 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
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11:9 Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
11:10 Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
11:11 ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra;
11:12 o, si pide un huevo, le da un escorpión?
11:13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»
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| d. La regla de oro |
| 7:12 «Entonces, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
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6:31 Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
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| e. La puerta y el camino angosto |
| 7:13 «Entrad por la puerta angosta; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
7:14 mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.
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| f. Contra los falsos profetas: "Por sus frutos los conoceréis" |
| 7:15 «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
7:16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
7:17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
7:18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.
7:20 Así que por sus frutos los reconoceréis.
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6:43 «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno.
6:44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
6:45 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.
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| g. Necesidad de obras de fe "No decir 'Señor, Señor', sino hacer la voluntad del Padre" |
| 7:21 «No todo el que me diga: "Señor, Señor" entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.
7:22 Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"
7:23 Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, hacedores de iniquidad!"
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6:46 «¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
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| El dueño de casa prudente: edificar sobre piedra |
| 7:24 «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
7:25 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.
7:26 Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:
7:27 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa; y ella cayó, y fue grande su ruina.»
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6:47 «Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante:
6:48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada.
6:49 Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue grande la ruina de aquella casa.»
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| Efectos del sermón de la montaña |
| 7:28 Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina;
7:29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas de ellos.
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| Curación del siervo del centurión "Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa..." |
| 8:5 Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó
8:6 diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.»
8:7 Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.»
8:8 Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
8:9 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.»
8:10 Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.
8:11 Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,
8:12 mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
8:13 Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.
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7:1 Cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm.
7:2 Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste.
7:3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo.
7:4 Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas,
7:5 porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga.»
7:6 Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo,
7:7 por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado.
7:8 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.»
7:9 Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.»
7:10 Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
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